Jaume Almacellas Gort
Servicio de Sanidad Vegetal. Generalitat de Cataluña
La premisa de este artículo se fundamenta en el hecho de que cuidando los vegetales adecuadamente cuidamos también nuestra salud y la del planeta o, al menos, deberíamos. La salud de nuestros vegetales, los cultivos, los bosques, los parques y jardines urbanos, las plantas de nuestro balcón o terraza, llevada de forma responsable, respetuosa con las personas y con el ambiente supone un acto de generosidad hacia una mejora de nuestro entorno y, como consecuencia, de nuestros ecosistemas, también de nuestra salud y, finalmente, de todo nuestro ecosistema planetario.
La premisa de este artículo se fundamenta en el hecho de que cuidando los vegetales adecuadamente cuidamos también nuestra salud y la del planeta o, al menos, deberíamos. La salud de nuestros vegetales, los cultivos, los bosques, los parques y jardines urbanos, las plantas de nuestro balcón o terraza, llevada de forma responsable, respetuosa con las personas y con el ambiente supone un acto de generosidad hacia una mejora de nuestro entorno y, como consecuencia, de nuestros ecosistemas, también de nuestra salud y, finalmente, de todo nuestro ecosistema planetario.
La salud vegetal, o la consciencia de salud y enfermedad en los vegetales, viene de muy antiguo. Se conoce, por ejemplo, que Homero (900 a.C.) mencionaba las propiedades terapéuticas del azufre sobre algunas enfermedades vegetales, y que Demócrito (460–370 a.C.) recomendaba controlar algunas enfermedades fúngicas en plantas mediante el residuo de la extracción del aceite de oliva. Entre todos ellos, quizás el griego Teofrasto (371–287 a.C.), precursor de muchos estudios de botánica y física, fue también uno de los iniciadores de la consciencia sobre la salud de las plantas y de la necesidad de controlar sus enfermedades.