Climed Fruit: conservación de la biodiversidad en la región mediterránea para aumentar la resiliencia frente al cambio climático
La pérdida de biodiversidad y el cambio climático, dos de los retos medioambientales más urgentes, se ven agravados por prácticas como la agricultura intensiva, que tiene un impacto significativo en la degradación de los ecosistemas. El uso generalizado de productos agroquímicos sintéticos y la homogeneización de los paisajes agrícolas han contribuido al rápido declive de la flora y la fauna.
Según el informe Living Planet Report 20221 del WWF, las poblaciones de animales salvajes han disminuido una media del 69 % en los últimos 50 años. Aunque el cambio en el uso del suelo es aún un factor clave, el cambio climático se convertirá en la principal causa de la pérdida de biodiversidad a mediados de siglo. Preservar la biodiversidad mediterránea es de vital importancia para la resiliencia de los ecosistemas, la agricultura sostenible y la seguridad alimentaria. Actualmente, la agricultura intensiva está provocando una pérdida importante de biodiversidad. Iniciativas como la Estrategia de la UE sobre Biodiversidad 2030 (para proteger el 30 % de la tierra y el mar), el Plan de Acción 2024-2027 de la FAO (para la gestión sostenible de la tierra y el agua) y las estrategias nacionales de biodiversidad impulsan la restauración de hábitats y el uso sostenible de los recursos.
La coordinación de las estrategias a escala mundial, regional y local es crucial para integrar la conservación de la biodiversidad en los esfuerzos de adaptación al clima, garantizar la estabilidad de los ecosistemas a largo plazo y la sostenibilidad agrícola.
En la región mediterránea se están aplicando prácticas agroecológicas innovadoras para preservar la biodiversidad y hacer frente a los desafíos (figura 1A). Para que la implementación del marco de biodiversidad de 2030 resulte fructífera, se requerirá una planificación de la conservación integrada y coordinada entre la comunidad científica y los responsables políticos. Las estrategias de gestión para la conservación de la biodiversidad en el contexto del cambio climático se ilustran en la figura 1B.
En esta revisión se presenta una lista no excluyente de ejemplos de prácticas del proyecto Climed-Fruit, así como de otras iniciativas que contribuyen a preservar y mejorar la biodiversidad en los cultivos perennes mediterráneos en lo referente al cultivo, campo, explotación y paisaje.
Conservación de la diversidad de cultivos
El cambio climático es una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad y amenaza la supervivencia de la reserva estratégica de recursos genéticos de los cultivos necesarios para adaptar los sistemas de producción a los desafíos futuros. Sin embargo, los sistemas agrícolas modernos suelen contar con una base genética reducida, lo que aumenta el riesgo de erosión genética y reduce la capacidad del sector para responder a los nuevos retos.
En esta sección se analizan distintas estrategias de conservación y utilización de los recursos genéticos de los cultivos, desde la protección de las variedades tradicionales hasta la mejora vegetal de otras nuevas. Asimismo, se ensalza la importancia de la conservación ex situ e in situ, el redescubrimiento de antiguas variedades y parientes silvestres y el desarrollo de variedades nuevas y resistentes, como las variedades de uva PIWI, cuyo objetivo es reducir los aportes químicos y garantizar al mismo tiempo la sostenibilidad a largo plazo.
Prevención del riesgo de erosión genética
La diversidad genética es crucial para fomentar la resiliencia de los cultivos, sobre todo en lo que respecta al cambio climático. La agrobiodiversidad, que incluye diversas especies de cultivos y variedades autóctonas, es una valiosa fuente de reservas genéticas que permiten la adaptación al clima y la resistencia a las enfermedades. Además, los parientes silvestres y las especies autóctonas de los cultivos constituyen una fuente crucial, aunque desaprovechada, de diversidad genética para el desarrollo de variedades resistentes al calor y a la sequía, y para mejorar la resistencia a enfermedades y plagas.
Pérdida de diversidad genética de los cultivos perennes en la región mediterránea
En los cultivos perennes mediterráneos, como el olivo, la vid y los frutales, la diversidad genética ha permitido tradicionalmente la adaptación a una amplia variedad de condiciones ambientales, plagas y enfermedades. Sin embargo, las prácticas agrícolas modernas, motivadas por la demanda de un alto rendimiento y la uniformidad del mercado, han reducido considerablemente el número de especies y variedades cultivadas. Esta tendencia no hace sino acentuar la vulnerabilidad de estos sistemas a la variabilidad climática, las enfermedades emergentes y la degradación del suelo, por lo que resulta crucial preservar y promover la diversidad genética en los sistemas de cultivo perennes. Por ejemplo, en el caso de las aceitunas, a pesar de que se han identificado 139 variedades4 en todo el Mediterráneo (COI, 2000)5, en los huertos modernos solo se han plantado unas cuantas de ellas. En España, el mayor país productor de aceitunas, tres variedades (Picual, Arbequina y Hojiblanca) dominan la producción y se plantan en más del 90 % de los olivares. La implantación de cultivares de olivos de muy alta densidad, que requieren grandes aportes, como agua de riego, se basan en un número limitado de clones de unas cuantas variedades, lo que también puede resultar problemático en condiciones de cambio climático.
Principales medidas para la recuperación y conservación de los recursos genéticos de los cultivos perennes en la región mediterránea
- Recuperación y conservación de los recursos genéticos de los cultivos perennes en España
La conservación de los recursos fitogenéticos se ha basado tradicionalmente en métodos ex situ, como los bancos de genes, donde las plantas se conservan fuera de sus hábitats naturales. Algunos ejemplos destacados de ello son la Colección de Variedades de Vid de El Encín, en Madrid, (con 3000 accesiones de vid) y el Banco de Germoplasma Mundial del Olivo de Córdoba (con más de 800 variedades de olivo). Sin embargo, el cambio climático ha puesto de manifiesto la necesidad de un enfoque complementario que integre la conservación in situ y la preservación de las plantas en sus entornos naturales, y que engloba las reservas genéticas (seguimiento de las poblaciones silvestres) y la conservación en las explotaciones, donde los agricultores gestionan la diversidad de las plantas cultivadas. Los programas nacionales adoptan cada vez más este enfoque para preservar la adaptabilidad de los cultivos.
- Recuperación y conservación de los recursos genéticos de los cultivos perennes en Francia
En el caso de la vid, Francia ha desarrollado un importante patrimonio vitícola, que incluye variedades antiguas, cruces modernos y mutaciones. Las colecciones han documentado unas 550 variedades6, de las cuales 377 cuentan con autorización oficial de cultivo en el catálogo nacional oficial de variedades de vid francesas. Los esfuerzos de conservación, a través de conservatorios sometidos a evaluaciones agronómicas, desempeñan un papel crucial en la prevención de la erosión genética. Cada año se añaden a esta lista nuevas variedades, ya sean cepas tradicionales francesas y extranjeras o selecciones de mejora vegetal modernas, que enriquecen la diversidad vitícola francesa.
- Recuperación y conservación de los recursos genéticos de los cultivos perennes en Italia
La Base de Datos de Germoplasma Mediterráneo (MGD, por sus siglas en inglés) es la base de datos de referencia para la colección de germoplasma de plantas agroalimentarias. Se conserva en el Instituto de Biociencias y Biorrecursos (IBBR) del Consejo Nacional de Investigación italiano (CNR) en Bari, Italia. La colección reúne unas 220 accesiones de árboles cítricos de gran valor agronómico, histórico y ornamental, más de 200 accesiones de olivos domésticos y silvestres y unas 480 accesiones de vides. Las variedades pertenecen principalmente a los sistemas agroalimentarios mediterráneos, algunas de las cuales tienen gran importancia económica. El principal objetivo de la colección del Repositorio de Germoplasma de Plantas Perennes (PPGR) es salvaguardar los recursos genéticos de plantas perennes de interés para la agricultura italiana y mediterránea.
Además, existe un centro regional de conservación ex situ de frutales, vides y olivos autóctonos en el Centro Basile Caramia para la Investigación, Experimentación y Formación en Agricultura (CRSFA), situado en Locorotondo (sur de Italia). Los campos de conservación de germoplasma se distribuyen por distintas ubicaciones para adaptarse a los distintos requisitos edafoclimáticos de las especies. El campo de Locorotondo alberga aproximadamente 2500 accesiones pertenecientes a 540 variedades distintas de vid (germoplasma regional, nacional e internacional). Los campos de recogida de germoplasma vitícola se ampliarán en la Sección Operativa de Ferragnano, en Locorotondo, y la colección existente se incrementará con la incorporación de nuevas accesiones. En Palagiano, se ha abierto un nuevo campo de conservación de germoplasma sanitario mejorado en la zona de Conca d’Oro, donde también se conservan alrededor de 220 accesiones de 62 variedades diferentes de olivo (germoplasma regional y extrarregional). El emplazamiento también cuenta con 93 accesiones de naranja dulce, clementina, mandarina, limón, lima e híbridos y portainjertos relacionados. Además, el campo de Locorotondo atesora unas 1000 variedades de especies frutales: 210 almendros, 215 higueras, 193 perales, 80 cerezos, 70 melocotoneros, 64 albaricoqueros, 52 ciruelos, 32 manzanos y 60 árboles de frutos menores.
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