Incertidumbre y volatilidad en exceso para la campaña 2022/23 de cereales

Incertidumbre y volatilidad en exceso para la campaña 2022/23 de cereales

El pasado 30 de junio concluyó oficialmente la campaña de comercialización 2021/22, que resultó incluso más complicada de lo que se preveía al principio de la misma, tras la invasión rusa de Ucrania a finales de febrero pasado. Este trágico suceso ha creado una gran incertidumbre –no exenta de una fuerte volatilidad y especulación– en el comercio internacional de cereales, dado que ambos países ribereños del Mar Negro son actores principales en la exportación de granos (exportan en conjunto un tercio del total de trigo en el mundo, un 20% del maíz y un 80% del aceite de girasol), así como, en el caso de Rusia y Bielorrusia, de insumos clave, como fertilizantes, para la actividad agrícola de cultivos herbáceos extensivos.

Alfredo López. Redacción VR.

Baste apuntar que, según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, referidos a la última semana de junio pasado, los precios medios de los principales cereales se han anotado subidas en la campaña que acaba de terminar del 37,6% y de 102 €/t en maíz, pasando de una cotización 271 €/t en la última semana de 2020/21 a 373 €/t en la última de 2021/22 de media; una subida del 63,8% y de 148 €/t en trigo, pasando en este periodo, de 232 €/t a 373 €/t de precio medio, mientras que en cebada el incremento medio registrado ha sido del 61,5% y de 134 €/t, pasando de 218 a 352 €/t.

Unos precios históricos que sirven de consuelo para los agricultores, pero de los que apenas se han beneficiado en sus rentas, teniendo en cuenta, por un lado, el importante descenso de la cosecha prevista para la nueva campaña 2022/23, que se inició el pasado 1 de julio y, sobre todo por otro, el fortísimo incremento de los costes de producción de los principales insumos de la actividad agraria, desde los fertilizantes, principalmente, con precios que se han más que doblado, y todo tipo de energía (gasóleo, electricidad, gas natural, etc.). Con este panorama, si la campaña pasada ya fue harto complicada, la que ahora acaba de comenzar puede que eleve exponencialmente las dificultades.

Además, a todo esto se añade, sin duda, otra circunstancia más, como es la entrada en vigor de la nueva reforma de la Política Agraria Común (PAC) a partir del 1 de enero de 2023, que cambiará bastante respecto a la hasta ahora conocida y que puede traer más de una sorpresa para los cultivadores, que deberán estar más atentos que nunca a la misma. Antes de entrar en lo que se prevé que puede pasar en la campaña de comercialización 2022/23, haremos un repaso del balance de la anterior, que acabó el pasado 30 de junio. Según las últimas estimaciones del MAPA, la producción nacional de cereales alcanzó 24 Mt (7,6 Mt de trigo blando; 743.800 t de trigo duro; 8,98 Mt de cebada; 4,42 Mt de maíz; 301.500 t de centeno; 1,2 Mt de avena; 18.900 t de sorgo; 783.500 t de triticale).

Una cifra superior en casi un 11,2% y en 2,6 millones a la media de las últimas cinco campañas, pero casi un 6% y por encima de 1,5 millones del volumen récord de la campaña 2020/21 (cifras que difieren de las de Cooperativas, que dio para esa campaña una cifra récord de casi 27,6 Mt y en la 2021/20 de casi 24 Mt). Las siembras (las realizadas a partir de otoño-invierno de 2020) alcanzaron en esta última campaña casi 5,9 millones de hectáreas, con un rendimiento medio, incluido maíz, de unos 4.100 kg/ha.

Las existencias iniciales con las que comenzó el 1 de julio de 2021 fueron de 2.954.000 t, lo que unido a unas importaciones de 14,73 Mt (8,5 Mt de maíz; 4,6 Mt de trigo blando; 300.000 t de trigo duro; 620.000 t de cebada, 320.000 t de centeno; 110.000 t de avena; 120.000 t de sorgo, y 160.000 t de triticale) dieron lugar a una oferta disponible total en la campaña de casi 41,7 millones. De este volumen, 37,73 millones fueron a consumo interno (28,51 Mt para alimentación animal; 5 Mt a alimentación humana; cerca de 1,1 Mt a su utilización como semillas, y algo más de 3 Mt a usos industriales, de los cuales alrededor de un millón se destinaron a la fabricación de bioetanol, más otras 125.100 t contabilizadas como pérdidas).

Las exportaciones alcanzaron 1,13 Mt, con lo que las utilizaciones totales fueron de 38,64 Mt, estimándose que podría haber quedado un stock final a 30 de junio de este año de 2,82 Mt (773.400 t de trigo blando; 74.000 t de trigo duro; 762.500 t de cebada; cerca de 1,1 Mt de maíz y en torno a 100.000 t de otros cereales).

Nueva campaña de comercialización de cereales 2022/23

La nueva campaña de comercialización de cereales 2022/23, que se inició el pasado 1 de julio, se estima en solo 17,6 millones de toneladas, según el primer avance de finales de junio de Cooperativas Agro-alimentarias, del que se esperan ya pocos cambios. Este descenso fue debido principalmente a la fuerte caída de los rendimientos productivos por la ausencia casi total de lluvias en los meses clave de mayo y junio, así como a unas temperaturas mucho más elevadas que las habituales.

De confirmarse, más o menos, estos datos, estaríamos ante una de las cosechas más bajas en términos históricos y también por debajo de cualquiera de las medias, incluso por debajo de la media más baja que va del año 1990 al 2021, que fue de 19,25 M, y de la media de la última década de 2010/11 a 2021/22, que fue de 20,85 millones de toneladas.

La superficie de siembra bajó también en torno a 300.000 hectáreas (-4,8%), quedando en unos 5,8 millones, pero estuvo más o menos dentro de la media de las últimas cinco campañas, que fue de unos 5,84 millones. La producción de cereales de invierno (sin maíz) se estima en 14 Mt, un 30,5% y 6,2 millones de toneladas menos que en 2021/22 y un 40,3% y casi 9,5 millones por debajo de la campaña récord (23,5 Mt) de 2020/21.

Por tipos de grano, se prevé poco más de 5 Mt de trigo blando, con un descenso del 32,1% y de 2,4 millones en relación a la campaña anterior, un volumen inferior a las de las cuatro últimas campañas, salvo la 2019/20, que se quedó en 4,71 Mt, con un rendimiento medio de 2.740 kg/ha; mientras que en trigo duro, se estiman 674.400 t, un 9,3% y cerca de 70.000 t menos que en 2021/22, siendo la más baja del último quinquenio, con 2.470 kg/ha de rendimiento medio nacional.

En cebada, se avanzó un total de 6,6 Mt, un 30% y más de 2,8 millones menos que en la anterior, siendo también la cosecha más baja desde 2018/19, con un rendimiento medio nacional de apenas 2.660 kg/ha. En maíz grano, se calcula que la cosecha podría llegar a 3,57 Mt, tras un descenso del 15,9% y de 673.200 t, la más baja del lustro, con un rendimiento medio de 11.730 kg/ha que, de confirmarse, estaría por encima del que habido en las últimas cinco campañas, superando incluso los 11.610 kg/ha de la 2020/21.

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