La primera ola de calor del verano de 2018 trae temperaturas máximas de hasta 44ºC y noches muy calurosas

La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), adscrita a la Secretaría de Estado de Medio Ambiente del Ministerio para la Transición Ecológica, ha emitido una predicción especial de fenómenos adversos por una ola de calor cuyo comienzo se establece hoy día 1 de agosto y cuya duración prevista es, al menos hasta el próximo día 6.

La primera ola de calor del verano de 2018 trae temperaturas máximas de hasta 44ºC y noches muy calurosas

El acusado ascenso térmico se debe a la combinación de varios factores: por un lado, la presencia de cielos poco nubosos o despejados, que permite la fuerte insolación propia de las fechas en las que nos encontramos; por otro lado, las condiciones atmosféricas son de gran estabilidad, lo que en palabras de Rubén del Campo, portavoz de AEMET, «favorece el fuerte calentamiento de la masa de aire, que además queda estancada sobre la península varios días». Un tercer factor es la llegada de aire cálido de origen africano, que también ayuda a que suban las temperaturas.

A largo del episodio, las altas temperaturas afectarán a gran parte de la península, y a partir del jueves se superarán los 40ºC en muchas zonas del sur, centro y valle del Ebro. En puntos de los valles del Tajo, Guadiana y Guadalquivir se podrán incluso alcanzar los 44ºC, mientras que en la meseta norte y sur de Galicia se alcanzarán, o incluso superarán, los 39 o 40ºC.

En el resto de la península, y especialmente a partir del viernes, probablemente se alcancen o superen los 35ºC, incluso en zonas poco habituales como el área cantábrica o litoral catalán. Únicamente la costa de Andalucía oriental, Ceuta, Melilla y Canarias quedarán al margen de las temperaturas significativamente altas.

Del Campo advierte que «las temperaturas mínimas también serán muy altas, y en buena parte de la península y Baleares se mantendrán por encima de los 20ºC, de manera que hablaremos de lo que coloquialmente se conoce como noches tropicales». Los valores mínimas quedarán por encima incluso de los 25ºC en amplias zonas del cuadrante suroccidental de la península.

Las temperaturas máximas estarán entre 5 y 10ºC por encima de los valores normales para esta época en prácticamente todo el área peninsular, llegando a anomalías de entre 10º y 15ºC por encima de la media en zonas del noroeste, especialmente a partir del viernes. Las mínimas, en general, también estarán por encima de la media: entre 3 y 5ºC en la mitad oriental y entre 5 y 10ºC en la mitad occidental de la península.

La primera ola de calor del verano de 2018 llega con cierto retraso con respecto a años anteriores: por ejemplo, en 2015, la primera ola de calor comenzó el 26 de junio; la de 2016, el 17 de julio y la primera de 2017 llegó el 13 de junio. Esta última es la más temprana desde 1976, año en que comienzan los estudios de olas de calor.

El hecho de que hasta ahora en 2018 no se haya producido ninguna ola de calor hay que atribuirlo a la presencia de un potente anticiclón de bloqueo, muy persistente durante junio y julio, sobre el norte de Europa, que a la vez que provocaba temperaturas altas y tiempo inusualmente seco en esas regiones, favorecía la llegada hasta nosotros de depresiones en altura -conocidas como danas- que provocaban tormentas en el norte peninsular y temperaturas menos elevadas en nuestro país que en veranos anteriores.

Las olas de calor son habituales en nuestros veranos. «De hecho, de los últimos 43 veranos, en tan solo 11 no se ha registrado ninguna ola de calor, número que se reduce a tres en lo que llevamos de siglo XXI», afirma Rubén del Campo.

Las proyecciones climáticas advierten de que en el futuro las olas de calor podrían ser más extremas y frecuentes en el sur de Europa, aunque es difícil poder afirmar con certeza que un único evento haya sido debido al cambio climático de origen antropogénico. Una vez finalizado el episodio ha de analizarse minuciosamente y realizar estudios de atribución que permitan obtener una respuesta probabilista.

Así, según concluyeron científicos de World Weather Attribution, una alianza internacional cuyo objetivo es realizar estudios de atribución al cambio climático, la ola de calor que afectó a España y Portugal en junio de 2017 fue 10 veces más probable como consecuencia del cambio climático inducido por la actividad humana.

Hay que recordar que para que un episodio de altas temperaturas sea considerado como ola de calor se han de cumplir tres premisas: por un lado, las valores máximos deben superar un umbral determinado, que depende de la localización geográfica, ya que no es lo mismo alcanzar 40ºC en Córdoba que en Oviedo, por ejemplo; además, esos umbrales deben superarse en una amplia porción del territorio, que a nivel nacional se considera aproximadamente el 10% de las estaciones; y por último, ha de ser duradero: las altas temperaturas permanecerán, al menos, tres días consecutivos.

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