La investigación en los programas del Horizonte 2020: una oportunidad para el sector agroalimentario

Somos un magnífico sector: variado, competitivo y ¿con futuro? Después del incomprensible maltrato del Gobierno a la investigación y a la innovación en los años pasados, parece que toda la sociedad ha tomado consciencia de que sin investigación no hay futuro.

La investigación en los programas del Horizonte 2020: una oportunidad para el sector agroalimentario

La crisis ha servido, al menos, para arrancar el óxido que ocultaba a nuestro sector agroalimentario, sacándolo, por el momento, de su histórica invisibilidad: la reciente presentación en el Palacio de la Moncloa del Marco Estratégico del sector es un hecho sin precedentes que nos debe de llenar de satisfacción a los que llevamos trabajando muchos años por ello.

Somos un magnífico sector: variado, competitivo y ¿con futuro? Después del incomprensible maltrato del Gobierno a la investigación y a la innovación en los años pasados, parece que toda la sociedad ha tomado consciencia de que sin investigación no hay futuro. Hasta nuestro Rey Felipe VI destacó en su discurso de su proclamación que’Tenemos ante nosotros el gran desafío de impulsar las nuevas tecnologías, la ciencia y la investigación, que son hoy las verdaderas energías creadoras de riqueza; el desafío de promover y fomentar la innovación, la capacidad creativa y la iniciativa emprendedora como actitudes necesarias para el desarrollo y el crecimiento’.

Y esto es especialmente aplicable a nuestro sector: si no nos concentramos en multiplicar nuestros esfuerzos en I+D+i, nuestro futuro estará comprometido y en manos de aquellos países que ya lo están haciendo.

La Unión Europea también se ha dado cuenta de ello. La mayor parte de los fondos financieros destinados a equilibrar el desarrollo regional (Cohesión, Feder, Feader) se van a destinar a impulsar la investigación y la innovación en los sectores productivos, además de los apoyos directos habituales, anteriormente llamados ‘Programa Marco’ y hoy Horizonte 2020, en donde las ‘ciencias de la vida ‘(hoy llamadas Bioeconomía) tienen un tratamiento financiero destacado.

En un ejercicio de racionalidad la Comisión Europea promulgó la estrategia ‘Research and Innovation Smart Specialisation Strategy’, conocida como RIS3. Deberían ser las regiones las que analizaran qué sectores productivos tienen con futuro, con qué unidades de apoyo contaban (centros de investigación, centros tecnológicos, universidades, clústeres,…), y que diseñarán, así como dónde habría que concentrar las inversiones en I+D+i en esos sectores definidos como preferentes hasta el año 2020. Y estamos hablando de 5.500 millones de euros ¡para España!

Como hemos avanzado, el denominado H2020 contiene otros dos objetivos alcanzables por entidades de nuestro sector: el denominado ‘Liderazgo industrial’, con 17.000 M€, y el de ‘Retos sociales’, con casi 30.000 M€. Pero en ellos nuestros proyectos deberán luchar con los de otros sectores industriales prioritarios en el primer caso (TIC, nanotecnologías, materiales avanzados, aeroespaciales,…) y con otros objetivos en el segundo (energía sostenible, transporte, adaptación al cambio climático,…). Y en ambos casos compitiendo además con todas las entidades de todos los países comunitarios.

Y no estamos mal preparados para esa competencia. En los programas marco anteriores conseguimos participar, junto con entidades de otros países, en no pocos proyectos europeos, por lo que sería esperable que hubiera participación española de nuestro sector en media docena de proyectos H2020, es decir, algo más de treinta entidades entre centros, universidades y empresas. Poco si lo comparamos con las oportunidades que nos abre el RIS3.

También hay que resaltar, sin magnificarlos, los recursos procedentes de los fondos para el desarrollo rural. Aunque inicialmente se estudió someterlos a la disciplina RIS3, las presiones políticas han abierto su aplicación a muchos otros objetivos ‘tradicionales’, por lo que sólo una parte, desde luego no la mayor, se aplicarán a innovación a través de la EIP – AGRI (European Innovation Partnership – Agricultural Productivity and Sustainability) y de sus grupos operativos (GO). Lo positivo es que esa financiación ya la tenemos, por lo que nuestro frente de batalla será el de ser muy activos en las RIS3 para allegar fondos adicionales para la investigación de nuestro sector.

Cada comunidad autónoma ha publicado ya su RIS3; documentos que se pueden encontrar en www.redidi.es, y en todas ellas se encuentra el sector agroalimentario entre las actividades susceptibles de especialización y mejora, excepto en las de las Islas Canarias y las Baleares (lo que no se termina de comprender, pues también en ellas hay producciones agroalimentarias peculiares, valiosas y ampliables). Para captar esos fondos hay que competir con las iniciativas de I+D+i que presentarán las otras producciones seleccionadas, que aunque varían de una comunidad a otra (energías renovables, biomedicina, material de transporte,…) normalmente tienen menos empresas y más grandes, mientras en nuestro sector encontramos una pléyade de centros tecnológicos, universidades y empresas que deberán hacer un gran esfuerzo de coordinación para no dejar pasar esta oportunidad única.

Si somos capaces de hacerlo bien podremos alcanzar el año 2020 con un sector agroalimentario más fuerte, lanzado hacia su crecimiento y consolidación, como todos esperamos de una actividad que es uno de los puntales de nuestra economía. Solo depende de nosotros.

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