La Agricultura española, más allá del coronavirus. Por Eduardo Moyano Estrada (IESA-CSIC)

Eduardo Moyano Estrada (IESA-CSIC)

La Agricultura española, más allá del coronavirus. Por Eduardo Moyano Estrada (IESA-CSIC)

Cuando aún se están sufriendo los efectos del Covid-19, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), Luis Planas, señalaba en una reciente entrevista (Diario ABC, 04/05/2020) que es necesario trabajar mucho en lo que llama “triángulo mágico” de la agricultura para que este sector sea decisivo en la futura recuperación económica.

Con ello ponía el punto de mira en el día después de la pandemia y señalaba la importancia del triángulo formado por el relevo generacional, la digitalización y el uso eficiente del agua de riego. Son tres vectores que constituyen sendos desafíos de la agricultura española y que estarán presentes cuando pase la pandemia.

El abastecimiento de alimentos

Es un hecho que no ha habido problemas de abastecimiento de alimentos en España durante el estado de alarma por el coronavirus. Nuestro sector agroalimentario, en su conjunto, ha superado una importante prueba de esfuerzo, demostrando tener la solidez suficiente para seguir funcionando con eficacia en unas circunstancias tan excepcionales

Gracias a las diversas medidas adoptadas por el Gobierno, se ha mantenido la actividad agraria y han funcionado con normalidad los intercambios entre productores, industrias y comercio (mayorista y minorista).

Es verdad que ha habido problemas de mano de obra en algunas zonas y sectores para la realización de determinadas labores agrícolas, pero se están subsanando gracias a la aplicación flexible de las normas sobre movilidad y gracias también a la implicación de las organizaciones agrarias.

También es verdad que se ha producido una fuerte subida de precios en destino en algunas producciones, lo que ha hecho que se amplíe la brecha respecto a los precios percibidos por los agricultores. Pero esto se debe a las especiales circunstancias en que nos encontramos y que hacen aumentar los costes, sin que tenga que ver con los efectos de la última reforma de la Ley de la Cadena Alimentaria, aún pronto para evaluarla.

Algunas cuestiones pendientes

Sin embargo, no se debe olvidar que, antes de la pandemia, las grandes movilizaciones de protesta expresaron el malestar de los agricultores y pusieron de manifiesto cuestiones urgentes que continúan estando presentes y que deben resolverse si queremos que nuestro sector agrario siga avanzando por la senda de la eficiencia y la modernización.

Junto al tema comercial (precios justos, venta a pérdidas…), que, como sabemos, trasciende el ámbito de la producción agraria y exige un tratamiento político transversal y no sectorial, hay, en efecto, cuestiones directamente relacionadas con el sector productor, que siguen estando pendientes y que continuarán formando parte de la agenda política después de la pandemia.

Me refiero, entre otras cuestiones, al relevo generacional, a la instalación de los jóvenes en la agricultura, al reconocimiento del papel desempeñado por las mujeres en las explotaciones agrarias, al reto de la digitalización, a la eficiencia en el regadío o a la vertebración del sector productor.

Por eso, ha hecho bien el ministro en recordarlo e insistir en que, si el sector agrario quiere seguir siendo un sector estratégico en nuestra economía después del Covid-19, tiene que avanzar en el “triángulo mágico” al que se refiere.

Por ejemplo, para que se pueda avanzar en la digitalización de la agricultura, se tiene que producir un rejuvenecimiento de la población agraria, promoviéndose el relevo generacional y la instalación de jóvenes agricultores.

El papel de los jóvenes (sean hombre o mujeres) es decisivo en el reto de la digitalización, ya que, al estar formados en la cultura digital, están en mejores condiciones que los mayores para asumir dicho reto. De ahí la importancia de apoyar proyectos innovadores de instalación de jóvenes en la agricultura.

Asimismo, el uso eficiente del regadío pasa también por aplicar las tecnologías digitales para avanzar hacia una agricultura de precisión que, además de facilitar el ahorro de agua, permita aprovechar de manera más racional los insumos.

Pensemos, además, que la viabilidad de muchos proyectos de instalación de jóvenes pasa por hacerlo en explotaciones de regadío, bien equipadas y tecnológicamente avanzadas. Asimismo, si son proyectos ganaderos, la tecnología digital resulta fundamental tanto en materia sanitaria y de alimentación del ganado, como en lo relativo a la cría y engorde de los animales.

La incorporación de jóvenes a la agricultura es la clave de bóveda de todo ese reto. Son ellos, los jóvenes, los que podrán imprimir un nuevo dinamismo a la agricultura española, tanto en la incorporación de nuevas tecnologías, como en la apuesta por estrategias comerciales innovadoras (incluidos también en esas estrategias los mercados de proximidad) y por modelos de vertebración más eficientes de cara a los exigentes retos del mercado.

La nueva PAC y el plan estratégico nacional

 Para encontrar la financiación adecuada, esos desafíos deben insertarse en el “Plan Estratégico Nacional” de la PAC post 2020, un plan que permite colocar los temas agrarios en el centro de la agenda política.

Después de un largo periodo de tiempo, en el que los gobiernos nacionales y regionales se limitaban a gestionar los programas de ayudas definidos en Bruselas, ya no va a ser así. La nueva PAC da a los gobiernos un amplio margen de maniobra para que sean ellos los que definan en sus respectivos “planes estratégicos”, las acciones que, de acuerdo con unos objetivos generales marcados por la UE, consideren más adecuadas para avanzar en el relevo generacional, la modernización digital, la transición ecológica de su agricultura o la vertebración comercial.

En la nueva PAC, los gobiernos nacionales (y los de las CC.AA.) tendrán oportunidad de hacer política agraria, lo cual es también una gran responsabilidad. Los aciertos o errores serán propios y no ajenos.

 La necesidad de una financiación suficiente

Una de las muchas enseñanzas que podemos sacar de esta crisis sanitaria es, por tanto, la importancia estratégica de disponer de un buen sistema agroalimentario a escala europea, con expresión concreta en cada país. Y esto se debe a la PAC.

Disponer de una red de explotaciones agrarias, en condiciones de ser productivas, y de una cadena alimentaria organizada con relativa eficacia, tiene un valor incalculable para el conjunto de la sociedad europea. Esto es precisamente lo que ha permitido que no esté habiendo desabastecimiento de alimentos.

 Pero mantenerlo tiene un coste económico, que debe afrontarse en la futura PAC. No tendría sentido que los enormes recursos que deberán invertirse para la reconstrucción económica de la UE tras el Covid-19 salieran de recortar el presupuesto de la PAC.

Sería absurdo, además de muy injusto, que la PAC viera reducidos sus fondos financieros después de haber demostrado que ha sido capaz de generar en la UE un sector alimentario eficiente y de calidad para el conjunto de la ciudadanía europea.

Son necesarios, sin duda, cambios internos en la distribución de los recursos de la PAC para hacerla más eficiente y más sostenible en términos económicos y sociales. Pero sería un error menguar aún más un presupuesto, ya de por sí insuficiente, para afrontar los grandes retos del “triángulo mágico”, al que hacía referencia el ministro Planas en la mencionada entrevista.

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