España, una gran potencia vitícola. Por Jaime Lamo de Espinosa

Nuestros vinos forman y dan origen a nuestra gran cultura gastronómica, estamos en todas las CC.AA, en todo el territorio con identidades de nombre y de gusto y calidad, generamos un enoturismo altamente eficiente, invertimos en bodegas y calidad, somos líderes en viñedo ecológico, mantenemos más de 150 variedades autóctonas, transformamos cada año miles de hectáreas en riego localizado para nuevas plantaciones y hemos entrado de lleno en la digitalización.

España, una gran potencia vitícola. Por Jaime Lamo de Espinosa

Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.

Querido lector:

Aquí estamos nuevamente con la Carta 501. Y dado que un hecho como este merece un brindis, este número viene consagrado a nuestros vinos, nuestra vitivinicultura. Lo merece. Mi siempre admirado Joaquín Costa quería reducir la superficie de cereales de secano, aumentar los riegos y elevar fuertemente la producción de viñedos y vinos. Llegó incluso a defender que España debía llegar hasta 4 millones de hectáreas de viñas que producirían 90 millones de hectolitros con el objeto de exportar unos 50 millones, más de la mitad. Conviene recordar que ese sueño de Costa nunca llegó a realizarse pues jamás España produjo esos volúmenes de vino ni cultivó tanta hectáreas de viñedo. Actualmente dedicamos al viñedo algo menos de 1 millón de hectáreas, un 41% en riego, en su mayor parte localizado, y la última cosecha se estima alcanzó los 46,5 millones de hectolitros.

Hoy Costa no creería lo que vería. No la pandemia sufrida. Pero hace un año hubiera disfrutado viendo las cifras del sector antes de la pandemia. Somos el primer viñedo del mundo, el tercer productor mundial, el primer exportador en volumen, los terceros en valor, producimos la cuarta parte de los vinos de Europa y mantenemos unos 450.000 empleos directos e indirectos de España. Nuestros vinos forman y dan origen a nuestra gran cultura gastronómica, estamos en todas las comunidades autónomas, en todo el territorio con identidades de nombre y de gusto y calidad, generamos un enoturismo –que une gastronomía, historia, cultura y hospitalidad– altamente eficiente, invertimos en bodegas y calidad, somos líderes en viñedo ecológico (125.000 hectáreas), mantenemos más de 150 variedades autóctonas, transformamos cada año miles de hectáreas en riego para nuevas plantaciones –ojo a todo aquello que pueda afectar negativamente a la expansión de nuestros regadíos, me preocupa mucho lo que veo últimamente– y hemos entrado de lleno en la digitalización hasta límites que nadie habría podido imaginar hace una década. Esta digitalización se ha visto favorecida por la terrible crisis sufrida.

Porque afrontamos un 2021 tras haber pasado por un dificilísimo año pandémico cuyas regulaciones de confinamiento, grupos de personas, cierres de establecimientos hoteleros, de restauración y bares, fuerte caída del turismo, etc., han causado un desconocido efecto negativo sobre el sector y la demanda. A nivel mundial el consumo se redujo en un 3% (OIV) y en valor un 10%, aunque el efecto al inicio fue “impactante”. Aquí muchas bodegas incluso en septiembre pasado decidieron no comprar uva por los excedentes en bodega y por la ausencia de demanda en la red Horeca que ya era muy acusada.

Menos mal que el consumo doméstico creció después fuertemente en volumen, pero pese a ello los hogares compensaron sólo en muy escasa parte el drama de la fuerte caída del mundo turístico. Y algunos vinos, como los cavas, han sufrido más aún por la ausencia de eventos (bodas, bautizos, conmemoraciones, fiestas, etc.) siendo los más afectados por la Covid-19. En todo caso el consumo en hogares y la exportación tuvieron un comportamiento cuasi normal. Pero, desgraciadamente, la Comisión Europea no atendió la petición de sus Estados miembros afectados, aportando una muy escasa cantidad para el apoyo del sector en tan crucial y singular situación.

Además el sector está viviendo ya los efectos del cambio climático. Lo estamos sufriendo en este 2021 con lluvias y granizadas enormes fuera de su tiempo habitual y fuertes calores en tiempos no esperados. Es por ello que hay que optimizar el riego de la viña, mantener cubiertas vegetales, etc. Y hay que aumentar las superficies en riego, en todo tipo de cultivos. Desde luego con riego localizado. La agricultura sostenible así lo exige. Y en muchas zonas ya se piensa en un cambio de variedades más aptas a la nueva climatología.

Tres aspectos, sin embargo, son destacables en cuanto a la evolución del mercado y los canales de distribución: el e-commerce, el bag-in-box y los vinos ecológicos. El crecimiento más destacado se produce dentro del canal e-commerce, así como en la tienda tradicional (60,1% y 39% respectivamente). Esta tipología de canal mantiene una proporción pequeña del volumen, sin embargo, han sido opciones consideradas por parte de los hogares españoles, debido a la fuerte variación en los hábitos de compra. Igualmente la demanda de vino envasado en bag-in-box ha crecido fuertemente por su facilidad de uso y comodidad de transporte y su relación calidad-precio. Y existe mayor interés por los vinos ecológicos cuyas ventas crecen mes a mes y son cada vez más apreciados.

Y como final, dos noticias de distinto signo. Una, positiva, se ha acordado la paz arancelaria entre EE.UU. y España en cuanto a los vinos se refiere (también sobre quesos y aceite de oliva), fruto de los problemas surgidos con Trump respecto a las ayudas a Airbus. Una tregua de cinco años retira los gravámenes del 25% a la exportación de tales productos. En el vino hizo mucho daño su aplicación durante casi dos años, redujo su exportación al 90% y el margen comercial para compensar dicho sobre arancel. Confiemos en que este asunto quede con Biden definitivamente resuelto. La segunda noticia, negativa, es la evolución de los precios de la electricidad y la preocupación con la que los regantes temen el anunciado anteproyecto de ley sobre un Fondo para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico. El previsible impacto sobre el coste de la energía –podría ser de un 40/50%– en el sector agrario, muy en especial en los regadíos, y en el mundo rural es alarmante y preocupante.

Solo le falta esto a la España vacía… Ojalá quede en eso, solo temor.

Un cordial saludo.

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