El riego deficitario como herramienta para una fruticultura sostenible

Garantizar el suministro de alimentos, la disponibilidad de agua y su gestión sostenible son objetivos de desarrollo sostenible que afectan directamente a la agricultura. La escasez de agua y el incremento en la competencia por los recursos hídricos entre la agricultura y los demás sectores productivos han impuesto la necesidad de desarrollar estrategias que permitan ahorrar agua para garantizar la sostenibilidad de los sistemas agrícolas.

El riego deficitario como herramienta para una fruticultura sostenible

Juan José Hueso Martín. Estación Experimental Cajamar en Almería.

En este contexto, el riego deficitario se configura como una herramienta clave para mejorar la eficiencia en el uso del agua y su productividad en cultivos frutales, tanto en términos productivos (kg m-3), como en términos económicos (€ m-3). Con estas estrategias se pretende regar el cultivo por debajo de sus necesidades óptimas, buscando el menor impacto posible sobre la producción y calidad de la cosecha.

Cuando la reducción del riego se lleva a cabo en los estados fenológicos del cultivo menos sensibles al estrés hídrico (periodos no críticos), y se satisfacen plenamente las necesidades de este durante los periodos críticos más sensibles, hablamos de riego deficitario controlado.

Una clara separación entre el crecimiento vegetativo y el crecimiento y desarrollo de los frutos, fase más sensible al estrés hídrico, puede definir la idoneidad de un cultivo frutal para aplicar este tipo de estrategias con éxito. También es aconsejable el uso de suelos con baja capacidad de retención hídrica, que puedan secarse y humedecerse con facilidad, para poder desarrollar situaciones de estrés hídrico que nos permitan conseguir los beneficios buscados y recuperar el cultivo con rapidez; y la utilización de sistemas de riego localizado que faciliten el agotamiento y la recarga del suelo de forma más rápida y precisa, al controlar mejor que otros sistemas el volumen de suelo humectado. Además, se requieren zonas con escasa pluviometría, sobre todo durante la época de aplicación del déficit hídrico, para alcanzar los niveles de estrés buscados sin interferencias.

Cómo surge y en qué consiste

Inicialmente, el concepto de riego deficitario controlado surgió como una técnica para controlar el crecimiento vegetativo en plantaciones de melocotonero de alta densidad, especialmente en variedades precoces y aplicado durante la postcosecha. A continuación, esta técnica se puso en práctica en cultivos intensivos de peral y manzano, obteniendo además incrementos en la cosecha en todos los casos.

A partir de la segunda década de los ochenta, se generalizaron los trabajos sobre riego deficitario en numerosas especies frutales, con el objetivo fundamental de ahorrar agua en el riego. En esta etapa se exploró también la aplicación del déficit hídrico durante el desarrollo del fruto (precosecha). Muchos son los ensayos de riego deficitario que han obtenido resultados positivos en cultivos como melocotonero, ciruelo, albaricoquero, manzano, peral, cítricos, olivo, vid y almendro, entre otros.

Con el paso del tiempo, el concepto de riego deficitario ha evolucionado y en un sentido más amplio se busca conseguir un beneficio económico para el usuario, derivado del estrés hídrico generado. La aplicación de un riego deficitario durante el crecimiento y desarrollo del fruto puede mejorar la calidad del fruto, aumentando el contenido en sólidos solubles totales, la firmeza y mejorando el color; así como adelantar su maduración.

Otro posible beneficio derivado del uso de estrategias de riego deficitario controlado es conseguir una mayor precocidad de la cosecha, vía adelanto de la floración. La restricción del crecimiento vegetativo motivada por un estrés hídrico promueve la iniciación floral en numerosas especies frutales como el níspero, litchi, aguacate, mango, olivo y cítricos.

El desarrollo de estrategias de riego deficitario también ha contribuido a dar una solución a los fruticultores cuando la dotación de riego es insuficiente o frente a situaciones de sequía, manteniendo unos niveles de producción y calidad competitivos gracias a la optimización del uso del agua, o simplemente garantizando la supervivencia de la plantación. Un ejemplo de esto son los notables incrementos de la producción obtenidos en cultivos tradicionalmente de secano como el olivo o almendro cuando se aplican riegos de apoyo en periodos críticos.

En trabajos más recientes se ha comprobado también el impacto positivo del estrés hídrico sobre la composición de los frutos en lo referente a compuestos bioactivos y su funcionalidad. Uniendo los conceptos de mejora de la eficiencia en el uso del agua y la producción de frutos funcionales, se ha acuñado el término de productos hidroSOStenibles, que se diferencian en el mercado por su menor consumo de agua y su calidad nutricional.

Ensayos con níspero japonés y uva de mesa  

En nuestra Estación Experimental hemos trabajado en fruticultura optimizando el uso del agua mediante la aplicación de estrategias de riego deficitario en níspero japonés y uva de mesa apirena, en colaboración con la Universidad de Almería.

El níspero japonés se ha comportado como una planta modelo para la aplicación de estrategias de riego deficitario controlado. Se trata de un cultivo sensible a situaciones de estrés hídrico que pueden emplearse para promover un adelanto de la floración y con ello de la cosecha y así mejorar la rentabilidad. Nuestros resultados demuestran que una restricción total del riego durante 7-9 semanas, tras la recolección, durante el crecimiento de los brotes (junio-julio), permite adelantar la floración hasta cuatro semanas y la cosecha casi tres semanas, con respecto a los arboles plenamente regados, sin afectar a los rendimientos ni a la calidad de la fruta.

Esta mejora incrementa notablemente los ingresos y por tanto la rentabilidad, al conseguir aumentar el precio hasta 2,5 veces y ahorrar un 26% de las dotaciones de riego (2.000 m3 ha-1). Con el objetivo de mejorar la calidad del fruto y su aptitud al manipulado, combinamos el riego deficitario prefloración con un riego deficitario precosecha (febrero-marzo). Con el tratamiento más severo se consiguió ahorrar hasta un 40% del agua de riego, una mayor cantidad de cosecha precoz y frutos más dulces, aunque el tamaño del fruto fue menor. Cuando la restricción se concentró en la fase final de la maduración se consiguió incrementar la firmeza de los frutos y mejorar su aptitud frente al manipulado, de vital importancia en un fruto tan delicado como el níspero.

En uva de mesa hemos trabajado para mejorar la productividad y la calidad también mediante el uso de estrategias de riego deficitario en variedades rojas sin semilla como Crimson seedless y Flame seedless. La falta de color en el fruto es uno de los problemas más importantes que enfrentan los productores de estas variedades, especialmente en zonas cálidas. Estos problemas parecen asociados a las altas temperaturas que tienen lugar durante la maduración, que inhiben la coloración de los pigmentos responsables del color rojo de las uvas (antocianinas).

El riego deficitario aplicado durante la maduración del fruto puede mejorar el color de las bayas al incrementar la concentración de ácido abscísico en respuesta al estrés hídrico generado. El reto de esta técnica en uva de mesa es que dicho estrés no afecte negativamente a los rendimientos ni al tamaño de las bayas, parámetro este último especialmente sensible.

En Crimson seedless una reducción del 75% del riego desde envero a cosecha permitió ahorrar hasta un 25% del riego a lo largo del ciclo de cultivo y mejoró la precocidad y la proporción de racimos comerciales con coloración uniforme. Además, no se observaron efectos negativos sobre la producción ni sobre el tamaño de las bayas.

En el caso de Flame seedless el estudio se llevó a cabo sobre plantas cultivadas en invernadero con el fin de adelantar la cosecha. En esta ocasión el riego deficitario aplicado desde envero hasta cosecha permitió un ahorro de hasta el 23% del riego, pero solo mejoró ligeramente el color en los racimos y afectó negativamente a los rendimientos, especialmente al tamaño de las bayas.

 

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