El coste del Brexit para la agricultura europea. Por Jaime Lamo de Espinosa

En relación con la nueva PAC, no podemos olvidar que el primer presupuesto "postbrexit” propuesto por la CE para la PAC para el periodo 2021-2027, prevé un recorte del 5%, que repercutiría en otro paralelo para España de un 3,5% para los pagos directos, de un 14,5% para desarrollo rural y de una baja en las cifras de la cofinanciación.

El coste del Brexit para la agricultura europea. Por Jaime Lamo de Espinosa

Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.

Querido lector,

Hoy, cuando escribo, es un día triste para Europa. Reino Unido abandona la Unión Europea. Esta ha sido la gran semana del Brexit, llena de problemas para la primera ministra británica, que ha repetido en numerosas ocasiones que no piensa dimitir, pero en cambio ha sufrido la dimisión de varios de sus ministros, incluido el encargado del Brexit. Al mismo tiempo, la UE ha celebrado una cumbre extraordinaria sobre el Brexit el domingo 25 de noviembre, cumbre donde se ha acordado la salida del Reino Unido ratificando los veintisiete Estados Miembros el Tratado.

En consecuencia, hemos entrado en la recta final de este serio problema que va a afectar, y mucho, a las economías de Reino Unido y de la UE y también a las agriculturas de ambos territorios. El documento del acuerdo, consta, nada menos, que de 585 páginas y 185 artículos, es de una enorme complejidad y su redacción dará origen a múltiples problemas futuros.

Las razones que laten tras el Brexit son de todos conocidas: exceso de burocratización de la UE, voto nacionalista contrario a los principios de la UE, sobre todo a la libre circulación de personas con el problema de la inmigración y la famosa frase de May: «Hemos abandonado por fin la PAC».

Y es que hay variadas y numerosas cuestiones concernientes a lo agroalimentario encerradas en este debate: la incidencia en el coste de la PAC; las subvenciones que serán objeto de reparto una vez que desaparezca la contribución británica; las percepciones agrarias de sus agricultores; el impacto sobre el comercio exterior entre ambas áreas; la repercusión sobre nuestra propia PAC justo ahora en que se debate la nueva, la del futuro, esta vez sin Reino Unido, etc., etc. Ni que decir tiene que todo este proceso arroja nubes de incertidumbre sobre la agricultura europea y en particular la española. Porque a ello se añade que también se está definiendo la nueva PAC.

La cuestión agraria no es menor. Reino Unido es el quinto país destino de las producciones agroalimentarias españolas con una cuota del 8% de nuestras exportaciones y del 6% de nuestras importaciones. Y el Reino Unido produce en la actualidad el 60% de su consumo agroalimentario al tiempo que exporta a la Unión Europea el 70% de su producción. El ministro Luis Planas lo ha expresado de un modo muy gráfico al declarar su preocupación por lo que pueda pasar con los mil camiones con productos agrícolas perecederos españoles que llegan diariamente a Dover.

La salida del Reino Unido puede que le cueste no menos de 50.000 a 60.000 millones de euros que tendrá que pagar a la UE a lo largo de los próximos años aunque el divorcio, que inicia el periodo de transición, comenzará el 29 de marzo del año próximo y durará hasta el 20 de diciembre de 2020. Pero durante ese periodo Reino Unido no será Estado Miembro y no tendrá voz ni voto sobre los acuerdos de la UE que afecten a la Unión Aduanera y al Mercado Único aunque siga formando parte de ambos durante ese tiempo.

Y en relación con la nueva PAC, no podemos olvidar que el primer presupuesto “postbrexit” propuesto por la CE para la PAC para el periodo 2021-2027, prevé un recorte del 5%, que repercutiría en otro paralelo para España de un 3,5% para los pagos directos, de un 14,5% para desarrollo rural y de una baja en las cifras de la cofinanciación. Si no queremos que tal cosa ocurra será necesario que la UE aumente su presupuesto destinado a la PAC en no menos de 3.000 millones de euros. Y de no hacerse, ello podría acarrear un perjuicio a España de entre 100 y 500 millones de euros anuales.

Esa reducción del presupuesto no debería traducirse sólo en recortes de la PAC sino que podría provocar, para compensar tal recorte, un incremento de las contribuciones nacionales de hasta un 1,19% del PIB comunitario, como propone el comisario europeo para la Planificación Financiera y Presupuestos, Gunthter Oettinger. El agujero no debería ser financiado a costa de la PAC, pero lleva trazos de caminar en esa dirección.

Es evidente que, en contrapartida, los agricultores británicos perderán inicialmente los 3.340 millones de euros que reciben hoy procedentes de la PAC. Pero el Gobierno británico se ha apresurado a garantizarles dichos pagos, dichas subvenciones, durante un periodo de cinco años. Lo que pueda ocurrir después en la agricultura británica se ignora por completo, pero en todo caso Reino Unido deberá definir una nueva política agrícola si quiere preservar su agricultura y su medio ambiente.

¿Es este el mejor divorcio alcanzable entre el Reino Unido y la UE después de 45 años de relación? Hay serias dudas. Todo se está desmoronando y no es fácil definir cómo y cuál va a ser el resultado final de esta aventura. Incluso puede que en pocos años, muchos de los que votaron en favor del Brexit pidan un nuevo referéndum para votar lo contrario. Porque aquí no hay ganadores o perdedores, todos somos perdedores.

Tan estrecha relación hace aún más peligroso este proceso de separación que acrecentará la competencia dentro de los mercados agrícolas globales. Sin duda frente a las amenazas y oportunidades que el Brexit replantea para todo el mercado, tendremos que ver pronto una PAC diferente, una Política Agrícola Británica también diferenciada y un proceso de adaptaciones y cambios importantes en la agricultura y en la industria agroalimentaria, afectando todo ello, en modo muy dispar, a las diferentes regiones de ambos territorios, regiones que además están enfrentadas actualmente a un proceso de despoblación y de vaciamiento demográfico rural de muy alta intensidad.

Hace poco el diario ABC (18.11.18) titulaba en una de sus páginas, refiriéndose a este tema: “Pacto del Brexit negociado: la mejor de las peores salidas”. Es difícil definir más atinadamente la situación que se avecina.

También ha quedado resuelto el tema del acceso a los caladeros británicos, tan esenciales para nuestra flota del norte. Pero, en cambio, ha quedado en muy equívoca situación un tema grave, Gibraltar, porque la solución es jurídicamente poco sólida, y suscita serias dudas sobre su aplicación. Frente al veto, que anunció a mitad de semana Pedro Sánchez, este ha sido sustituido al final por un par de cartas carentes o de muy dudoso valor jurídico al no figurar en el Tratado, pues no se ha alterado ni eliminado el art. 184 de la discordia, que era lo que se pretendía. Como ha afirmado satisfecha Theresa May: «hemos asegurado que Gibraltar esté cubierta». Según los expertos se ha perdido una singular y casi irrepetible ocasión para acercarnos a la cosoberanía. Y veremos si el Tratado se aprueba en el Parlamento inglés, lo que no está hoy asegurado.

Ahora queda por ver cómo se desarrolla todo. Nada será fácil ni igual. Y las consecuencias no serán buenas para nadie. Como se ve demasiados problemas en lontananza… solo nos queda , a fecha de hoy, esperar y ver, wait and see, que dicen los británicos.

Un cordial saludo

PD. Terminada esta carta me llega la noticia de que el español Pau Roca acaba de ser elegido, en Uruguay, director general de la Oficina Internacional del la Viña y el Vino. Enhorabuena a Pau y enhorabuena a España.

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