Día Mundial de la Alimentación, Hambre cero en el mundo. Por Jaime Lamo de Espinosa

Gran discurso el de la Reina Doña Letizia, bien planteado y una buena llamada a las conciencias de los más de 150 países que integran la FAO para que pongan lo mejor de cada uno en favor de solucionar tan grave problema.

Día Mundial de la Alimentación, Hambre cero en el mundo. Por Jaime Lamo de Espinosa

Por Jaime Lamo, director de Vida Rural.

Querido lector:

La Reina Doña Letizia ha tenido el acierto de intervenir en la sesión de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) celebrada en Roma el pasado 16 de octubre con ocasión de la celebración del Día Mundial de la Alimentación. Día que, este año, llevaba por lema el de “Hambre cero en el mundo”. Y además, está anunciado que participará también en la Segunda Conferencia Internacional sobre la Nutrición (CIN2) que tendrá lugar en Roma, nuevamente, entre los días 19 y 21 de noviembre. La participación de S.M. la Reina es una prueba más del compromiso de España con los esfuerzos mundiales para alcanzar una mejor nutrición y dietas más saludables que resulten en una vida mejor para todo el mundo.

Debo decir que para mí es un orgullo que la Reina de España, la Reina de todos los españoles, se sume a estos eventos como embajadora de buena voluntad de la FAO y contribuya con su palabra y su presencia a fortalecer la acción de la FAO que cada día es más necesaria en esta lucha denodada contra el hambre y la malnutrición. Y para mí lo es aún más desde un plano puramente personal, dado que presidía yo, un ministro español, España en suma, la XX Conferencia General de FAO en Roma en 1979, cuando la organización adoptó por unanimidad el acuerdo de celebrar cada 16 de octubre, conmemorando así la fecha en que se creó la FAO en 1945, un día que nos trajera a todos el recuerdo de los millones de hambrientos que sufren en el mundo y que nos obligara a todos a pensar, reflexionar y proponer soluciones a tan grave problema. Aquel año, 1979, era además, significativo pues conmemoraba el XXX aniversario del traslado de la sede de la FAO de Washington a Roma, decisión que surtió efectos ya en 1951.

La Reina destacó que “la alimentación es un desafío de salud global según todos los indicadores que manejan las agencias de UN (Naciones Unidas), OMS (la Organización Mundial de la Salud) y la propia FAO y destacó que para ello hay que actuar “sobre el sistema mundial alimentario”, tarea que compete a todos los niveles y ámbitos de la comunidad humana. No es cuestión de países desarrollados o en desarrollo. Debe ser un compromiso de todos”.

Doña Letizia cuantificó el problema. “821 millones de hambrientos y 2.600 millones de personas con sobrepeso u obesidad” y el “hambre oculta” que supone la perpetuación de la enfermedad nutricional. Gran discurso el de la Reina, bien planteado y una buena llamada a las conciencias de los más de 150 países que integran la FAO para que pongan lo mejor de cada uno en favor de solucionar tan grave problema.

Siempre, en cada Conferencia General de la FAO hay uno o dos discursos que llaman la atención, que golpean más que otros las inteligencias de los presentes. Ahora ha sido el de nuestra Reina. Hace 39 años, cuando yo presidí aquella Conferencia, fue el del Papa Juan Pablo II, hoy ya Santo, el que con una enorme fuerza, el 12 de noviembre recordó la Declaración de Derechos del Hombre, advirtió de la vocación universal de la FAO, y puso el acento en la “agricultura” que proporciona los alimentos indispensables al mundo y que ocupaba –entonces– el 50% de la población mundial. Y recordó a la asamblea que en el Acta Constitucional de la FAO el objetivo que se le fijó fue liberar a la familia humana del hambre, elevando el nivel de nutrición y mejorando la situación de las poblaciones rurales aumentando el rendimiento de la producción y garantizando la eficacia de la redistribución.

Y aquella presencia del Papa en la FAO me permitió además, siguiendo instrucciones directas de Adolfo Suárez y de Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores, rogarle personalmente su intervención en favor de la liberación de Javier Rupérez, quien acababa de ser secuestrado por ETA, lo que el Papa hizo un par de días después desde el Vaticano, y Javier, viejo compañero de Colegio, fue liberado.

Juan Pablo II en 1979 y SM La Reina en 2018, son dos voces relevantes para un mensaje necesario y de grave trascendencia. Muchas de las migraciones que vemos ahora, día a día en las pantallas, tienen por causa el hambre y la desnutrición. Los pueblos huyen camino del pan y la vivienda digna. De ahí la trascendencia del mensaje.

Un cordial saludo

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