De Castro: «Espero la creación de un frente común de países mediterráneos que se opongan rotundamente a un sistema simplista como Nutriscore»

Entrevista a Paolo De Castro. Eurodiputado y miembro de la Comagri del Parlamento Europeo

De Castro: «Espero la creación de un frente común de países mediterráneos que se opongan rotundamente a un sistema simplista como Nutriscore»

Entrevista a Paolo De Castro. Eurodiputado y miembro de la Comagri del Parlamento Europeo

El sistema de etiquetado Nutriscore ha generado gran controversia en España, sobre todo entre los productores de alimentos asociados a la Dieta Mediterránea, que defienden su calidad frente a un etiquetado que consideran simplista y centrado sólo en algunos aspectos. Paolo De Castro, ex ministro italiano de Agricultura y  miembro de la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo, es uno de los eurodiputados más activos contra la posibilidad de que este sistema se imponga a nivel comunitario, y aboga por un acuerdo entre los países mediterráneos para evitarlo.

AgroNegocios.- Bruselas podría decidir si apuesta por este sistema de etiquetado u otro y si lo convierte o no en obligatorio en 2022. ¿Cómo se está trabajando en este tema en el Parlamento Europeo?

Paolo De Castro.- En el marco de la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo(Comagri) estoy trabajando con mi colega Herbert Dorfmann en la estrategia «De la granja a la mesa», dentro de la cual  se busca una armonización europea de los diferentes modelos de etiquetado nutricional propuestos por Francia (Nutriscore), Italia (Nutrinform) y por los Países Bajos (Key Hole).

El mercado único europeo requiere un sistema de etiquetado que sea igual para todos los Estados miembros y esperamos que se pueda concretar en un sistema no discriminatorio y que no caiga en la simplicidad de ser un “informe para escolares” de los alimentos, sino que transmita información que haga comprender al consumidor lo que come, permitiéndole hacer una elección informada. No queremos que los consumidores estén condicionados en sus compras por los «semáforos», sino que estén bien informados.

-¿Qué opina del hecho de que siete países (Bélgica, Francia, Alemania, Luxemburgo, Países Bajos, Suiza y España) anunciaran el pasado mes la creación de un mecanismo de coordinación trasnacional para facilitar el uso de etiquetado Nutriscore?

Creo que se trata de un gran error, porque estoy convencido de que el etiquetado Nutriscore es un sistema equivocado, que no informa, sino que condiciona las elecciones de los consumidores.

Debemos defender la calidad de los alimentos europeos, especialmente los de alta calidad, muchos de los cuales son símbolo de la Dieta Mediterránea y estarían por las peculiaridades de este sistema Nutriscore etiquetados con un «semáforo» rojo.

 -En España, la Fundación Dieta Mediterránea defiende que es necesario que se busque un sistema de etiquetado frontal basado en los efectos clínicos de los alimentos y no sólo en su composición nutricional, ya que no siempre existe correlación entre su composición y efectos saludables. ¿Está de acuerdo?

Creo que se debe estudiar en profundidad el principio de la dieta alimentaria diaria recomendada y la cantidad de alimentos consumida, y por supuesto todo lo relacionado con el estilo de vida de cada uno. No se puede poner un «semáforo» rojo en un queso o un jamón, o en un aceite de oliva virgen extra, sin vincularlos a las cantidades consumidas.

-¿Cree que podría ponerse en riesgo con este sistema de etiquetado francés el actual régimen europeo de protección del origen y la calidad agroalimentaria de las Indicaciones Geográficas (IGs), como las DOP, IGP y ETG?

En el caso de los productos con Denominación de Origen Protegida o Indicación Geográfica Protegida se cometería un doble error, pues la receta (las especificaciones) de estos productos la decide la normativa europea y no puede modificarse. Sería realmente absurdo clasificar negativamente los símbolos de nuestra Dieta Mediterránea.

-Por su parte, los defensores del etiquetado Nutriscore señalan que el mismo contempla solo el aspecto nutricional de los alimentos y bebidas, no si estos son buenos o malos para su consumo, incluso moderado. ¿No considera que, a pesar de esta aclaración, lo que sucede es que se confunde aún más al consumidor con la clasificación de 5 letras y colores?

Realmente lo creo, el consumidor no debe ser guiado, condicionado, sino ayudado a elegir. Y para hacer esto, simplemente, lo que tenemos que hacer es darles la información correcta.

 -En España, el Ministerio de Consumo sigue adelante en su intención de implementar este sistema de etiquetado, incluso “salvando” al aceite de oliva, pero desde el Ministerio de Agricultura existen muchas más dudas al respecto. ¿Considera que debería haber una posición común de Gobierno en defensa de la Dieta Mediterránea?

Desde luego, espero la creación de un frente común de países mediterráneos que se opongan rotundamente a un sistema simplista como Nutriscore. Un etiquetado que pone su «semáforo» verde a productos como las patatas fritas o a las  lasañas congeladas y un «semáforo· rojo a la miel o al jamón iberico o de Parma.

El ministro español de Consumo, Alberto Garzón, ha propuesto incluso ir más allá y ha pedido a la Comisión Europea que aborde un modelo de etiquetado integral y obligatoria sobre nutrición, medio ambiente -trazabilidad ecológica-e incluso derechos laborales, acordes con la Nueva Agenda del Consumidor, aprobada en Europa. ¿Qué opina al respecto?

Creo que nuestros consumidores no son estúpidos y que necesitan ayuda y educación para tomar decisiones informadas. Llenarlos de información y «semáforos» no mejoraría sus opciones, solo terminaría confundiéndoles.

-¿Por qué considera que la propuesta italiana de sistema de etiquetado NutrInform  es mucho mejor que el sistema francés  Nutriscore para proteger los alimentos y bebidas de la Dieta Mediterránea y aquellos con indicación de origen?

Simplemente porque el modelo propuesto por Italia no es un “informe para escolares” de los alimentos; no dice que esto sea bueno y esto no, sino que se limita a dar información sobre el contenido en grasas, azúcares y sal en un alimento, atribuyendo las cantidades de las porciones a la del consumo diario recomendado para una dieta equilibrada.

 -En su opinión, ¿por qué considera que la alternativa italiana no ha tenido tanta difusión o consideración a nivel europeo como la propuesta francesa Nutriscore?

Bueno, es cierto que la propuesta francesa con los colores de los «semáforos» es más atractiva y más fácil de leer y entender… es más comunicativa, pero no da información y en cambio condiciona la elección del consumidor en el momento de la compra.

¿Un ejemplo? Piense en las bebidas carbonatadas a las que se marca con un «semáfaro» verde porque llevan  poca azúcar, en comparación con un jugo de naranja natural.

-¿Teme que si Europa adopta el sistema Nutriscore, sea éste el que se imponga también a nivel mundial, recordando lo sucedido con los sellos “negro” chileno o el semáforo inglés, que se intentaban promover en Naciones Unidas (ONU), desaconsejándose alimentos y bebidas protegidos por su calidad, salubridad, naturalidad y origen por el régimen de las IGs europeas?

¡Sí, tengo muchas preocupaciones a este respecto! Solo recordar, por ejemplo, que Chile es el país con la tasa de obesidad más alta del mundo, a pesar de las etiquetas nutricionales que deben desalentar el consumo de alimentos grasos.

 Por último, ¿el intento de excesiva simplificación en el etiquetado de los alimentos y bebidas sobre las advertencias nutricionales, de preocupación por la salud y por la sostenibilidad medioambiental, podría condicionar y complicar aún más, en vez de favorecer, la elección de los consumidores?

Rotundamente sí: necesitamos la máxima transparencia y toda la información para tomar decisiones informadas.

Creo que es muy apropiado conocer el origen, y la procedencia de un producto agrario es una de las cosas que además los consumidores nos han dicho que actualmente desean saber. Pero estar influenciado por un algoritmo, como el de Nutriscore, que asigna luces de»semáforo» no es parte de nuestra cultura alimentaria y corre el riesgo de inducir a malas decisiones.

 

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