La UE se muestra incapaz de intervenir rápido y efizcamente en el sector lácteo europeo

Alfredo López. Redacción AgroNegocios.

La UE se muestra incapaz de intervenir rápido y efizcamente en el sector lácteo europeo

El paquete de medidas planteado por la Comisión Europea en la reunión del Consejo de Ministros de Agricultura del pasado14 de marzo no sacará al sector lácteo español del crítico atolladero en el que se encuentra.

Como es sabido, Bruselas es un mastodonte burocrático que nunca o casi nunca ha sido capaz de adoptar decisiones en tiempo y forma con la agilidad y la urgencia necesarias. Es algo habitual, pero es que ahora, además, pasa la “patata caliente” para afrontar la crisis y su coste financiero a los Estados miembros y a los propios sectores afectados. Si eso es, pues, política agrícola común, que venga Dios y lo vea.

Desconocemos si la autorregulación de la oferta de leche funcionará o no en algún país de la UE, como lo desconocen hasta los propios funcionarios de la Comisión. Se trata de aplicar o activar por vez primera el artículo 222 del Reglamento de la OCM Única. Para empezar, somos escépticos de que funcione aquí, conociendo cómo va (o, mejor dicho, no va) la cadena de valor de nuestro sector lácteo.

Si además, la medida es voluntaria, pues apaga y vámonos. Porque, aunque haya alguna compensación (vía ayuda estatal “de minimis” a las Organizaciones de Productores (OPs), vía extensión de norma de la organización interprofesional, pero nunca dinero de Bruselas), su aplicación no será cosa de un día. Poner un mecanismo en marcha, que ahora mismo ni existe, será de enorme complejidad. Porque, ¿quién va a ser el guapo que se va a quitar del mercado para que otro ocupe su lugar? Y luego, cuando pase el periodo temporal de aplicación de 6 meses, renovable, ¿quién va a garantizar que los  que han dado un paso atrás y han retirado oferta de leche o lácteos puedan volver a la situación anterior?

De verdad, ¿alguien cree , en su sano juicio, que si la autorregulación o la regulación voluntaria de la producción de leche se hubiera querido o podido hacer en algún momento, sin ser obligatoria, no se hubiera hecho ya, diga lo que diga ahora la Comisión Europea (a la que no hay que pedirle permiso si no se pide dinero a la vez) y al margen de la existencia, que está por ver, de posibles compensaciones?

La CE estudia permitir un máximo de ayuda estatal “de minimis” de 15.000 € por explotación y año, en vez de a tres años, hasta un máximo de 30.000 € en tres años. En cualquier caso y volviendo a nuestro país, ¿alguien cree que nuestro Gobierno (en funciones) vaya a poder/querer destinar ese dinero al sector durante todo ese periodo de tiempo? Por descontado. Ni que las granjas fueran entidades financieras.

¿Funciona la intervención?

En cuanto a la medida de duplicar los umbrales de intervención de leche desnatada en polvo y  de mantequilla, sin modificar, en cambio y siquiera temporalmente, al alza o a la realidad del mercado o a la de los costes de producción los precios de compra, se sigue pensando que no es algo que sirva de mucho a nuestro sector lácteo, como no ha servido hasta ahora, cuando solo se han retirado 243 t de leche desnatada en polvo en todos estos años de vigencia de estas compras. Se trata, en todo caso, de una medida hecha a medida, valga la redundancia, de la industria transformadora, de la que poco beneficio sacan los ganaderos, más bien al contrario y por mucho que se crea.

No hay que perder lo último, la esperanza. Es posible que si continúa en esta primavera la tendencia a la baja de los precios de la leche, pueda darse el caso de que buena parte de la oferta suministrada y adquirida al ganadero termine por estar referenciada al precio de la leche desnatada en polvo, es decir, que se pague al ganadero a entre 0,18-0,20 €/litro, muy por debajo de costes, como ya viene sucediendo en muchas explotaciones, lo cual es la ruina segura para ellas.

Todo esto viene ocurriendo ya no solo entre las granjas más pequeñas, con un volumen corto de suministro y con una logística de recogida más difícil, sino también entre las explotaciones grandes, con cantidades importantes de producción de leche. Y, por denominarlo así, con leche de tipo A (referenciada al volumen de cuota del anterior régimen y a un precio medio de mercado) y de leche de tipo B (calificada como «excedentaria» por la industria y, por ello, referenciada para destino a las torres de secado, aunque al final en buena parte no acabe allí, sino envasada en «brik», con un volumen cada vez mayor y por encima, en todo caso, de lo que se entregaba con cuota en las campañas anteriores).

Así las cosas, parece más lógico que si las medidas de Bruselas funcionan en los grandes países productores de la UE (incluido Irlanda), nuestro sector productor de leche de vaca pueda beneficiarse también, aunque sea de forma indirecta, de ello. Y siempre quedará la posibilidad de que un día Putin se levante de buen humor, como dijo el comisario Phil Hogan, y Rusia presente el finiquito del veto comercial que pesa, y cómo, sobre el sector lácteo de la UE; o que China reactive sus compras a los niveles de hace un año, o que el resto de los grandes actores del mercado mundial (Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos o Argentina) vean también las orejas al lobo y terminen también por autorregularse de verdad y reduzcan su oferta.

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