Bruselas aprueba al sector cárnico español: cumple todos los estándares de calidad. Por Jaime Lamo de Espinosa

El comisario europeo Wojciechowski se reunió con el ministro Planas y con las OPAs en Madrid el día 14 y ante el ministro aseguró que “no hay razones para pensar que la carne española es de menor calidad que el resto de los países de la UE” y pidió “respeto” y no “criminalizar” la ganadería.

Bruselas aprueba al sector cárnico español: cumple todos los estándares de calidad. Por Jaime Lamo de Espinosa

Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.

Querido lector:

Aquí estamos ya en 2022. Nuevo año que nos ha llegado bajo temores e incertidumbres. La pandemia sigue acosándonos, las mascarillas frenan la vida social, el turismo no se recupera, el comercio cambia de modos, el teletrabajo sigue y con fuerza, el mundo rural se despuebla, la rentabilidad agraria cae,… la vida nos está cambiando a todos. Eso sí, el volcán de La Palma ha frenado su marcha. Re­cor­de­mos que el Rey Felipe VI nos decía en su mensaje de Navidad del año 2020 que “la ciudadanía demanda certidumbres”. Cier­to. Pero en cambio vivimos ro­deados de incertidumbres serias. Y por eso el Rey nos pedía nuevamente, en esta última Navidad, “respeto, reconocimiento y lealtad a la Constitución” y al tiempo nos advertía de que estamos “llenos de nuevas tecnologías que están cambiando los modos de producción”, que debemos en­tender por ello las “nuevas transformaciones” y “permanecer alertas ante un escenario lleno de incertidumbres”.

En este periodo de fin de diciembre y comienzo de enero, hemos comprobado que la Renta Agraria se redujo fuertemente en 2021, fruto del brutal incremento de los Consumos Intermedios (inputs). Fue un mal año. Y por eso el sector está re­vuelto. Afortunadamente algunos, po­cos, subsectores agrícolas o ganaderos vieron crecer el volumen de sus producciones y en muchos casos sus precios.

Hemos entrado en el año con la Ley de la Cadena Alimentaria vigente, un gran triunfo del sector y del ministro por la no­vedad de una ley que abarca toda la ca­dena de valor y porque cataloga jurídicamente el concepto de cadena alimentaria. Factor positivo también será el Plan Re­nove de Maquinaria Agrícola dotado con 9,5 millones de euros, plan del que está necesitado el campo, pues no hay que olvidar que la tecnificación y digitalización, que van unidas, del medio rural es una necesidad para sus subsistencia y el aumento de su productividad. Al tiempo, la propuesta PE-PAC del MAPA se ha enviado ya a Bru­se­las, aunque no goza de una general aceptación, es cierto… También que era muy difícil obtenerla. Los ecoesquemas preocupan. Pero la propuesta está ahí y ahora comienza su batalla en Bruselas.

Pero la situación nos ha llevado a fuertes protestas en el mundo rural por los precios de los insumos, por la forma en que se reparten los fondos previstos en esa nueva PAC, por el tema laboral de temporalidad y precariedad derivada de la reforma Díaz, y , sobre todo, por las declaraciones del ministro Garzón en un medio extranjero, The Guardian, contra la calidad de la carne y la ganadería española, que califica de maltratada. Dinamarca y Ho­landa estarán felices con estas declaraciones.

Y aquí todas las organizaciones agrarias y ganaderas han protestado y clamado contra esas desafortunadas palabras. UPA “exige que rectifique o dimita”, ASA­JA pide su dimisión porque siempre está atacando al mundo agro-ganadero. ANAFRIC, patronal de la industria cárnica, ame­naza con emprender acciones judiciales, etc. Incluso CEOE ha levantado su voz contra este despropósito.

Algunos presidentes autonómicos del propio PSOE –Aragón, Asturias, Castilla-La Mancha, etc.– han respondido también con dureza. Lambán ha sido muy explícito. Y el propio ministro Planas ha corregido públicamente a Garzón recordándole que “en España se aplican los estándares de producción más exigentes del mundo”. El MAPA está enfrentado por ra­zones técnicas y comerciales. Garzón in­siste en que es una opinión ministerial, competencial, lo que agrava la situación porque está enfrentando esa opinión a nuestra ganadería, que representa una producción de nada menos que 20.900 millones de euros, que es el 37,4% de la PFA, a la industria cárnica con una cifra de negocio de 27.000 millones de euros, que supone el 2,4% del PIB, a un sector que genera 500.000 empleos directos. Y el porcino es casi la mitad de la producción animal. España exportó 3,2 millones de toneladas de carne el último año siendo un potente exportador de carne de cerdo por 8.600 millones de euros. Y no olvidemos que la UE cree que el consumo de carne en el mundo crecerá a razón de un 1,4% anual hasta 2031.

Y hay zonas rurales que dependen en mucho de estas industrias. Por eso, poner en duda la calidad de nuestras carnes es cuestionar la “marca España” y proyectar una sombra sobre todo nuestro comercio exterior agrario, de gran prestigio siempre en el exterior. Y aún más duro es que se califique a nuestra ganadería como “maltratada” por un miembro del Gobierno, que no es el competente en el sector. ¿Mal­tratada? ¿Por quién? ¿Cómo? ¿Dón­de? Según apunta se refiere a las macrogranjas, lo que no tiene mucho sentido, y por ello es lógico que el mundo ganadero haya puesto el grito en el cielo y que se acentúen sus protestas.

Enfrentar las macrogranjas con la ga­na­dería extensiva es un absurdo. España tiene las condiciones geográficas que tiene y eso nos obliga al modelo de granjas y piensos, importados en parte, ya existente desde hace muchas décadas en aves y vacuno de leche y reforzado en etapas recientes en porcino por sus grandes posibilidades exportadoras. Y… además, si se abandonan esas macrogranjas, como parece se pretende, las gentes aban­donarán aún más el medio rural… y si se van, no lloremos por la España va­ciada, la habrán vaciado algunos. La presidenta de la Aso­ciación de Ganadería Mundial Sos­­te­nible ha dicho: “va a vaciar la España vacía”… Habrá que regular, no eliminar, si es preciso las macrogranjas y se está en ello.

Y, como final, respecto al debate de la carne, estas afirmaciones hacen daño a España, a su imagen, a su ganadería, toda la ganadería porque fuera no se distingue y, en suma, a nuestra proyección exterior. El propio presidente del Gobierno el pasado 10 de enero lo zanjó acertadamente, a mi juicio, lamentando la polémica y defendiendo la calidad de la carne española. Y el ministro Planas en la misma fecha juzgó “desafortunadas” las palabras del ministro de Consumo, recordó que “esto no es literatura pastoril, son explotaciones ganaderas que hay que hacer rentables” y lamentó la polémica porque pone en tela de juicio a todos los integrantes del sector agroalimentario. Tienen razón ambos. Como la tenía Planas cuando añadió: «Soy ministro de Alimentación y si alguien habla de eso lo normal es que me llame”. Y, finalmente, el comisario europeo Wojciechowski recordó a Garzón el pasado 12 de enero que “la carne española tiene igual calidad que la del resto de Eu­ro­pa” y que “en Europa se necesitan todos los tipos de agricultura”, refiriéndose así de modo indirecto a la ganadería intensiva. Pero no solo eso. Más tarde, se reunió con el ministro Pla­nas y con las OPAs en Madrid el día 14 y ante el ministro aseguró que “no hay razones para pensar que la carne española es de menor calidad que el resto de los países de la UE” y el comisario pidió “respeto” y no “criminalizar” la ganadería.

Luego, trató con los asistentes el problema, de otra naturaleza, de que “no tie­ne sentido alguno que productos de países terceros no cumplan con los mismos estándares de calidad”. Estamos viviendo importaciones de productos de terceros países que llegan sin las limitaciones de mano de obra o sanitarias que se imponen a las nuestras. Lo que está ocurriendo este año en Valencia con las im­por­ta­ciones de naranjas de Sudáfrica o Ar­­gen­tina es un dramático ejemplo. El sector lleva ya pérdidas acumuladas de más de 150 millones de euros. Es una campaña rui­nosa y nefasta.

Póngase pues, punto final a este de­bate de la carne, en los términos absurdos en que está planteado. Hay pocas macrogranjas –muchos académicos, catedráticos de veterinaria sostienen que no hay ninguna, lo he oído personalmente en la Real Academia de Doctores de España–, y todas bajo control sanitario así como su cadena alimentaria completa. No cabe im­putarles tacha alguna.

Pero si quiere regularse de otro modo, hágase, aunque sin perjudicar la imagen en el exterior de la carne española. Y llévese este asunto a su plano científico, productivo y sanitario, desde el Ministerio competente que es Agricultura. Para ello basta con consultar –ya debía haberse hecho– con la muy prestigiosa Real Academia de Ciencias Veterinarias de España que emitiría un informe objetivo y de alto nivel científico. Y regúlese, conocido di­cho informe, desde allí las condiciones de trabajo y vida de los animales en las llamadas macrogranjas, que es un concepto erróneo porque no existe con tal denominación, según nos recuerda el afamado catedrático en la materia Carlos Buxadé. No deberían darse nunca este tipo de polémicas. Solo benefician a nuestros competidores exteriores, que son muchos. Y nos perjudican, aquí dentro, a todos, a todas las ramas de la agricultura y la ganadería, “sector clave” de nuestra economía.

Todo esto ha hecho que el campo empiece el año en­crespado, dando la espalda al Gobierno. Tiene, como se ve, razones. Convocada por Alma Rural, que integra unas doscientas asociaciones variadas, el mundo rural ha celebrado una gran concentración en Madrid el 23 de enero. Hemos visto tractores, caballos, ganado, y miles de agricultores. El mundo rural se movilizó. Les unen los temas de sus rentas, lo dispuesto sobre el lobo, los ataques a la fiesta nacional y a los toros, la inquina frente a la caza o la pesca, la ganadería intensiva frente a la extensiva, los bajos precios de la leche, la inflación de costes, las importaciones cuasi ilegales, etc., etc. Y ahora estas agresiones a la carne y nuestras exportaciones. Las OPAs señalan, a veces, cierto grado de ideologización en muchas de estas cuestiones. Por eso, esta no será la última manifestación. Alianza Rural, que agrupa a numerosas organizaciones y no lejana a Alma Rural, se reunió el 12 de enero para anunciar otra gran manifestación para el 20 de marzo, bajo un profundo, contundente y sensato manifiesto. “20M-RURAL. Juntos por el campo”, de agricultores, ganaderos, cazadores, etc., y a los “que defienden un medio rural vivo”, no una España vaciándose…

Atiéndase al campo. Escúchese su voz. Las ciudades vi­ven del campo. Si el campo se muere la ciudad no existe. Lo demostraron durante la pandemia.

Un cordial saludo, con un mejor año 2022 …sin Covid ni Ómicron si es posible…

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