Una pequeña luz de esperanza para la España Vaciada. Por Jaime Lamo de Espinosa

En muchos municipios muy pobres, comienzan a llegar “ciudadanos” que huyen del confinamiento del Covid y buscan la paz del núcleo rural, el silencio, una vida libre para los niños, al amparo del teletrabajo, allí donde hay internet de alta velocidad y estable para poder trabajar y estudiar y donde existen todavía infraestructuras mínimas y bien mantenidas para que se pueda vivir en el mundo rural estando bien comunicado.

Una pequeña luz de esperanza para la España Vaciada. Por Jaime Lamo de Espinosa

Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural

Querido lector:

Finalizaba mi Carta anterior mencionando el curso de La Granda que este año, en su XLIII edición, se ha celebrado en Avi­lés, por las obras que se llevan a cabo en el primero de los lugares mencionados. El profesor Juan Velarde los ha dirigido, un año más, con enorme éxito. No en balde esas 43 ediciones no son sino el resultado de su muy especial dedicación y consagración personal a dichos cursos en el Principado.

Como indiqué tuve que clausurarlos tratando del tema –hoy tan usualmente comentado– como fue la España Va­cia­da. Y yendo hacia Avilés, en coche, recorriendo las tierras de Castilla y León, parte de Tierra de Campos, recordaba aquella Castilla sobre la que yo trabajé tanto, de joven, cuando lo hacía en el Servicio Na­cional de Concentración Parcelaria (SNCP), más tarde de Ordenación Rural (SNCPOR), y posteriormente unidos al Ins­tituto Nacional de Colonización (INC), in­tegrando el Instituto Nacional de Re­forma y Desarrollo Agrario (IRYDA).

Y me venía a la mente el fenómeno in­verso a este vaciamiento interior que queremos todos frenar y compensar. El de los años 60, cuando el viejo Colonización creaba pueblos nuevos y llevaban a ellos a agricultores desde zonas pobres, lejanas y aisladas, con malas tierras y vacías de renta, a aquellos nuevos pueblos, donde se integraban tales familias con in­mensa alegría, que todavía manifiestan los que han sobrevivido o sus herederos, con casas nuevas, establos y cuadras para sus ganados, tierras de riego altamente productivas previamente expropiadas, etc., etc. Estamos viviendo la si­tuación inversa. Pero ahora comienzan a aparecer algunos leves inputs positivos en este proceso. (Ver documental “Tierra de esperanzas” en youtube, Bolonia Pro­duc­ciones. Feader).

Como es de todos conocido la población rural mundial comenzó a ser inferior a la urbana en el año 2007. Desde entonces se reduce año tras año mientras que crecen las megaciudades de todo el orbe y también las áreas urbanas próximas a las costas. Hoy el 50% de la población del mundo vive a menos de 100 km de las costas… Es un fenómeno universal. Y en ese contexto muchas zonas del interior de países tan agrícolas como España, Fran­cia, Italia, Alemania, etc., ven cómo se reduce su población rural, en parte tam­bién sus actividades agrarias y esa po­blación emigra hacia las ciudades, de­jando zonas abandonadas, sin apenas po­blación, sin niños, sólo con personas casi ancianas y con una densidad poblacional inferior a los 10 hab/km2. Es la llamada demotanasia, o vaciamiento demográfico debido a acciones políticas u omisión de las mismas.

Y es que la ausencia de maestros, mé­­dicos, enfermeros, farmacias, bancos, co­mercios, bares y tabernas, talleres, etc., el mal estado de las carreteras se­cundarias, la falta de ferrocarriles allí donde antes había alguna estación, etc., provocan la huida de sus habitantes. No se quiere ser campesino. Aunque hay ex­cepciones, como esos dos ancianos, ma­trimonio, que viven desde hace 50 años en La Estrella (Teruel) y allí pretenden permanecer… ellos dos solos… La ciudad, grande o mediana, con 5/10.000 habitantes atrae a los más jóvenes, y les llama con una fuerza imposible de vencer.

Y así tenemos hoy cientos de pueblos abandonados y en venta. El caso más ejemplar y extendido es la Serranía Celtibérica, tan es­tudiada por los profesores Francisco y Pilar Burillo, y esta última señala a la Se­rranía Celtibérica junto con Laponia como las únicas interregiones europeas con “muy baja densidad de población”, inferior a 8 hab/km2. La Serranía se extiende por las comunidades autónomas de Ara­gón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana y La Rioja, con 65.825 km2, más del doble de Bélgica o Cataluña, en datos de 2019, pero solo tiene 460.613 habitantes con una densidad de 6,99 hab/km2. Los pueblos manchegos y aragoneses son los más alejados de los servicios básicos. Existe mucha disparidad en esta materia según un reciente informe del Banco de España. Menos de 10 hab/km2 en Geografía Humana se considera desierto demográfico. Le sigue la Franja con Portugal con 586 municipios y una densidad algo superior a 7,4 hab/km2.

Sin embargo, una pequeña luz de es­peranza, muy pequeña, nace últimamente entre nosotros. En muchos municipios muy pobres –sierra Norte de Madrid, partes de Teruel, etc.– comienzan a llegar “ciudadanos” que huyen del confinamiento del Covid y buscan la paz del nú­cleo rural, el silencio, una vida libre para los niños, al amparo del teletrabajo, allí donde hay internet de alta velocidad y estable para poder trabajar y estudiar y donde existen todavía infraestructuras mínimas y bien mantenidas para que se pueda vivir en el mundo rural estando bien comunicado. Se busca también un mínimo servicio administrativo, educativo y de salud. Por eso hay que generar un plan de ordenación del territorio fortaleciendo las cabeceras de comarca. Los fondos europeos deberían aplicarse a esta finalidad. El nuevo programa Correo Crash organizado entre Correos y el Santander es un buen y positivo ejemplo. Y quizás haya que pensar, como propone el profesor Burillo, en una fiscalidad especial, para estas zonas, como la de Canarias.

Y en bastantes municipios de Francia e Italia los municipios ofrecen vivienda gratis o en condiciones muy favorables y, a veces trabajo. También en España: Tra­ga­cete, Olmedo de la Cuesta, Ayna, Va­lencia de Mombuey, Griegos, Cáñalas, etc., etc., son ejemplo de ello. Y pueden ser lugares aptos para dirigir hacia allí a los inmigrantes que nos llegan desde Ma­rruecos, Afganistán o… Es lo que hicieron Ward y Olavide en época de Carlos III, con los centroeuropeos que trajeron para colonizar la nueva Andalucía.

Así frente a las megaciudades fantasmas de China, comienzan aquí a reaparecer viejos pueblos de piedra y arcilla que eran también fantasmales pero que parece que renacen lentamente… Hay alguna esperanza… Habrá que ayudarles también para intentar que la explotación de los recursos naturales genere riqueza en esos territorios. Y hay que reorientar políticas. Hay que ayudar a la ganadería ex­tensiva no al lobo; hay que favorecer la caza no ir en su contra; hay que fomentar los aprovechamientos forestales y defenderse frente al matorral, no lo contrario; hay que fomentar los regadíos, luchar con­tra los secanos, etc. Y debe haber una mayor colaboración interministerial y au­tonómica entre aquellos que tengan competencias que se crucen con visiones bien diferenciadas y a veces cargadas de argumentos opuestos. Lo que está ocurriendo en el caso del Mar Menor es relevante a efectos de propiciar esta co­laboración tan necesaria cuando se cru­zan diferentes competencias.

Finalmente y en otro ámbito de cuestiones, tenemos por delante un cuatri­mes­tre decisivo, pues hay que concertar entre el MAPA y las comunidades autónomas, mediante múltiples grupos de trabajo, la forma en que se van a distribuir los 47.000 millones de euros del periodo 2023-27, de la nue­va PAC reformada. Habrá 20 regiones y no 50 como hasta ahora; desaparecerán los pagos de los derechos históricos individuales y ha­brá que definir los perceptores, los des­tinatarios de las nuevas ayudas, en las cuales juegan un papel estelar los ecoesquemas –prácticas favorables al clima y el medio ambiente que están por definir– y su definición y quién va a poder ser perceptor profesional. Si todo camina como está previsto los grupos de trabajo ha­brán entregado sus conclusiones antes de fin de mes para que puedan elevarse a la conferencia sectorial de octubre. Ojalá formulen entre sus propuestas aquellas que vayan en la dirección deseada de re­poblar demográficamente nuestra vieja geo­grafía…

Sí, ojalá sea así…

Un cordial saludo

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