Reflexiones e incertidumbres al filo del nuevo año. Por Jaime Lamo de Espinosa

Reflexiones e incertidumbres al filo del nuevo año. Por Jaime Lamo de Espinosa

El nuevo Real Decreto que tanto afecta negativamente al Trasvase Tajo-Segura está actualmente pendiente de informe del Consejo de Estado y me temo que va a traer conflictos sin cuento que durarán mucho tiempo. Empieza la guerra del agua.

Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.

Querido lector:

Acabaron las fiestas de Navidad y comenzamos un nuevo año, 2023, con cierta prudencia causada por un pesar y ciertas incertidumbres. Pesar por la muerte de ese gran Papa, excepcional hombre de fe, que fue Benedicto XVI, e incertidumbres también, pues en el men­saje de No­che­bue­na del Rey Felipe VI, en el que nos transmitió algunas reflexiones de gran valor como el recuerdo de la Transición, la Cons­titución de 1978 y el “espíritu que la vio na­cer” y donde apeló a la “unidad, al diálogo y el entendimiento”, nos dijo también que “todo el nuevo escenario que vivimos –la guerra, la situación económica y social, la inestabilidad y las tensiones en las relaciones internacionales– está causando en nuestra sociedad, lógicamente, una gran preocupación e in­certidumbre”. Sí, quizás la palabra clave al abordar este nuevo año sea “incertidumbre”. También en lo agrario y rural.

Según The Economist hay cuatro hechos que marcarán el año 2023: una nueva ofensiva rusa en Ucrania, una fuerte recesión en Europa, una economía dominada por tipos de interés más altos y un ca­pital más escaso y el fin de la política de Covid Cero en China, al tiempo que aparece en Es­ta­dos Unidos una nueva subvariante más contagiosa. Pero vayamos a lo nuestro, a lo interno y lo agrario.

Hemos terminado el año 2022 con una Producción Final Agraria (PFA) récord (primera estimación) en valor bruto (63.770 millones de euros), donde la Renta Agraria descendió un 5,5% (pese al aumento de las subvenciones un 2,9%). La producción vegetal creció un 4,2% en valor pero cayó un 14,7% en cantidad, destacando cereales (-25,8%), forrajeras (-16,4%), frutas (-19%) y vinos (-8,9%). Casi todas cayeron en vo­lumen por efecto de la sequía y un menor uso de fertilizantes. En cambio, la ganadera creció un 24,5% a precios básicos debido solo al aumento de precios pues en volumen permaneció estable. Y los consumos intermedios aumentaron casi un 30%, lo que explica la caída de la renta agraria, sobre todo por el fuerte aumento de los precios de la energía (+52,2%), los fertilizantes (+75,3%) y los piensos (+34,7%). Es de destacar que, un año más, el sector porcino llegó a representar el 16,3% de la PFA y más que duplicó la suma de los subsectores vínico y oleícola (7,6%) y también superó en algo el frutícola (14,9%).

Dado que los precios de los consumos intermedios citados mantienen su nivel alcista no es de esperar cambios significativos positivos en el nuevo año, pues la continuidad en la guerra mantendrá tensiones en los costes energéticos, de fertilizantes y suministros de cereales, con sus negativas consecuencias so­bre los piensos y la ganadería.

Por su parte, el ministro Planas logró que el Consejo de Ministros último del pasado año aprobara ayudas de 660 M€ para agricultores, ganaderos y pescadores, por la compra de energía y fertilizantes además de un 20% de exenciones fiscales por ayudas PAC. Y, con todo sentido, ha pedido a la Comisión garantías para obtener fertilizantes a precios razonables, pues si no seguirán cayendo los rendimientos de las nuevas cosechas. Para ello, po­drían movilizarse los 450 M€ de la reserva de crisis. Ojalá la Comisión atienda su petición.

Entramos además en este nuevo año con algunos signos especiales desde el punto de vista alimentario. El precio de los alimentos se disparó en diciembre un 15,9% sobre igual mes del 2021. Ha habido precios récord en Na­vidad en los mercados. Crecieron fuertemente los precios del azúcar, la mantequilla, la le­che, las harinas, el aceite de oliva, huevos, arroz, patatas, etc., todos ellos por encima de un 29%. Y la bajada del IVA acordada por el Gobierno en los alimentos básicos (baja del 4% al 0% en pan común, harinas panificables, leche, queso, huevos, frutas, verduras, hortalizas, legumbres, tubérculos y cereales y del 10% al 5% en aceites y pastas) no ha mitigado en nada esos aumentos.

El coste de la cesta de la compra ha sido creciente. Porque esa compensación ha sido de muy bajos efectos económicos, tan solo un ahorro de unos 5 € al mes para las familias según unos, o de 11,25 € por español en un semestre (calculado tomando como base los datos del Informe de Consumo Alimentario 2021 del MAPA). Y es, además, absolutamente inexplicable que tal re­ducción no se haya aplicado a las carnes, los pescados y la miel, que suponen el 70% del gasto de la compra. Se ha buscado ayudar al consumo familiar alimentario pero no se ha llegado a la fórmula estadounidense de los Food Stamp Plan. Y quizás por eso los supermercados han avisado de que “la rebaja del IVA no garantiza que el precio de la cesta de la compra baje”.

Comenzamos también el año con unos em­balses que, gracias a las lluvias de diciembre, han recuperado algo su negativa situación tras la dura sequía del año precedente. Hoy (a 09/01/2023) están al 47,62% frente al 44,43% en igual fecha que el año anterior. Esto debería asegurar el horizonte de muchos de nuestros regadíos, aunque la reserva de agua para consumo se encuentra un punto por debajo de igual fecha del pasado año. Andalucía tiene la cuenca del Guadalquivir con muy escasa agua embalsada, un 24,43% de su capacidad, pero en cambio el Tajo está al 63,67% (7.168 hm3) frente al 46,72% en igual semana del año anterior, y la cabecera en 635 hm3. Frente a ello la cuenca del Segura tiene solo 388 hm3, estaba a esa fecha al 33,95%.

Esto debería evitar los absurdos e injustificados recortes que estamos viendo anunciados, poniendo en cuestión los riegos del Tras­va­se Tajo-Segura, que más parecen im­pul­sa­dos por razones políticas que técnicas o hi­drológicas, pese a la cuestión de los caudales ecológicos. No es de extrañar que el cam­po más afectado por las nuevas normas regulatorias del Trasvase, (se recorta el agua a trasvasar en 105 hm3 y se triplica el precio del agua de­salada pasando de 0,45 ct/m3 a 1,30 ct/m3) se haya manifestado con miles de agricultores de Almería, Murcia y Alicante, el sudeste en ple­no, en Madrid el pasado 11 de enero ante el Ministerio de Transición Ecológica, por los enormes daños en pérdidas de empleos, en reducción de la superficie cultivada y en pérdidas de valor patrimonial que temen. Y por el temor por las fuertes subidas de precios del agua, si deben pasar a riegos mediante agua desalada, lo que reducirá duramente las rentas agrarias de la zona.

El nuevo Real Decreto que tanto afecta ne­ga­tivamente al Trasvase está actualmente pen­diente de informe del Consejo de Estado y me temo que va a traer conflictos sin cuento que durarán mucho tiempo. De momento el president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, ya se ha opuesto contundentemente y con sobra de razones en favor de sus regantes de Alicante. Me extenderé más sobre este tema del Tajo-Segura en próximas cartas porque la guerra del agua no ha hecho sino em­pe­zar, y siempre en estos casos son guerras entre territorios, entre autonomías…

Abrimos también el año con una nueva PAC que aportará 47.000 millones de euros entre los años 2023 y 2027, 9.400 millones de euros al año para unos 650.000 agricultores. No es una PAC sencilla, es nue­va, con figuras y condicionantes como los eco­rregímenes, nada simples. De hecho su re­gulación ha exigido una Ley, la 30/2022 y ocho Reales Decretos, publicados en el BOE el pa­sado 29 de diciembre. Pero sin la PAC la agricultura española sufriría una reducción de cer­ca de esos 9.500 millones de euros en la Ren­ta Agraria. Alguno de esos Reales Decretos, como el de nutrición sostenible de suelos y uso sostenible de fitosanitarios es de una enor­me complejidad aplicativa y obligará a los agricultores a ponerse en manos de técnicos especializados en la materia. La burocracia de la PAC a la que me referí en mi última carta de diciembre vuelve por sus fueros… Y lo abrimos también positivamente con un fuerte au­men­to en los fondos aprobados por el Mi­nis­te­rio en favor de los seguros agrarios, que al­can­zan este año los 317,7 millones de euros (+15,2%) dada la alta siniestralidad que se registra últimamente.

Y una noticia singular sorprendió el año: los fondos son los nuevos terratenientes del campo español. Los inversores institucionales se están lanzando a comprar tierras agrícolas de las que esperan una alta rentabilidad. Y es ló­gico. Yo ya anuncié y comenté esto hace tiempo (Vida Rural nº 496. 15/03/2021). En la me­di­da en que la población mundial y, en paralelo, la demanda de alimentos aumenta y cada vez hay menos tierras agrícolas disponibles y menos agua, y los precios de los productos agrícolas básicos (cereales, grasas, piensos, etc.) crecen, la rentabilidad de las inversiones en tierras también lo hacen progresivamente. La empresa Tinsa nos dice (“El suelo agrario en España en 2022”) que aumenta, en general, el interés inversor por grandes fincas con riego. La guerra de Ucrania ha acentuado esta tendencia. Y estas inversiones muestran que esta situación no va a variar a corto plazo. No es algo que esté pasando solo en España. Ya comenté en su tiempo que Bill Gates lo estaba haciendo, habiendo comprado más de 100.000 hectáreas en EE.UU. Y esta tendencia ya estaba manifestándose con anterioridad por los fondos soberanos. Un nuevo actor privado y muy potente está instalándose, pues, en nuestro campo. Y en nuestros viejos núcleos rurales vacíos que están siendo comprados para proyectos turísticos.

Y al tiempo se está produciendo una revolución en la vida rural, dentro del mundo agrario. Mientras que hay partes de la península que forman la España vaciada, otras, sumamente agrícolas y ganaderas, de gran potencial productivo, muchas zonas de riego, mu­chas granjas, están sumergidas en la incorporación de nuevas tecnologías, en la digitalización de sus procesos, en las aplicaciones que llegan desde la inteligencia artificial, en agricultura de precisión, en nuevas técnicas de cul­tivo que pasan por los ecorregímenes, en uso de drones, en definitiva, en un novísimo mun­do tecnológico que se abre paso de la mano de los millenials agrarios y de los nuevos inversores mencionados, entre las viñas, los olivos, los frutales, los cereales y la ganadería para hacerlas más modernas, más competitivas y más marketinianas. A esa Nueva Agri­cultura nos iremos refiriendo a lo largo del nuevo año.

En paralelo, me preocupan y mucho los sín­tomas que veo de modo reiterativo, contra el mundo ganadero. Lo acordado en la Ley de Bienestar Animal, el no haber reducido el IVA para las carnes sin justificación alguna (quizás por sus consecuencias en materia de ingresos fiscales), las constantes declaraciones en contra de las carnes rojas, etc., hacen ver una co­rriente de opinión animalista que bajo diferentes in-justificaciones persiguen al mundo de la producción y el consumo ganadero de forma reiterada y que tendrá desdichadas con­se­cuencias. Las declaraciones recientes de la antropóloga vegana Roanne Van Voorst muestran ese camino: “Comer carne será un tabú en Europa a mitad de siglo”.

Porque sí, el nuevo año estará marcado, lo está ya, por el cambio climático. 2022 ha sido el año más cálido en España desde que hay estudios. Hemos empezado 2023 con nevadas y fríos extremos en EE.UU y al tiempo calores desconocidos en España y en la Eu­ro­pa más fría. Preocupa y mucho el impacto so­bre la agricultura –sequía, floraciones,…– y la biodiversidad. Por eso creo que el gran protagonista del nuevo año será este, el cambio climático, y la forma de abordar sus consecuencias y su corrección, si es que ello es posible. Pero acaba de aparecer un manifiesto (13/01/2023), un documentado informe de gran­des científicos italianos que ponen en duda el origen antropogénico del cambio.

Hasta aquí estas reflexiones al filo del nue­vo año. Veremos qué nos depara. Cualquier previsión que pudiera hacer sobre las políticas agrarias del futuro sería quimérica pues se ve­ría alterada por todo aquello que pueda decidirse en función de las elecciones municipales, autonómicas y nacionales que viviremos a lo largo de todo el año 2023, lo que añade aún más incertidumbres… Ve­re­mos qué políticas agrarias nos anuncian los candidatos en cada uno de los procesos electorales.
En todo caso abordemos el nuevo año como lo está haciendo la Academia de Agri­cul­tura de Francia, recordando que es el bi­cen­tenario del nacimiento (27 de diciembre de 1822) de Louis Pasteur, gran bienhechor de la agricultura y la alimentación. Fue miembro de esa Academia así como de la Veterinaria, la de Ciencias y la de Medicina de Francia. Ten­dre­mos que rendirle aquí también el gran tributo que merece.

Un cordial saludo

Desarrollado por eMutation New Media.