Muy feliz Navidad y un mejor año 2023 con una potente ganadería. Por Jaime Lamo de Espinosa

Muy feliz Navidad y un mejor año 2023 con una potente ganadería. Por Jaime Lamo de Espinosa

En la última década del siglo pasado y principios de este siglo XXI el sector pecuario ha dado un salto de gigante. Ha aumentado notablemente la densidad pecuaria, ha variado la composición interna de la cabaña y han surgido nuevas explotaciones ganaderas, menos dependientes de las condiciones agronómicas del medio, aunque más de las importaciones de piensos.

Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.

Querido lector:

Permítanme los lectores que consagre esta última carta del año a la ganadería española porque, aunque esta revista está más orientada al sector agrícola-vegetal dado que otra revista de Eumedia, Mundo Gana­dero, nos lleva al ámbito pecuario, quisiera hoy hacer este análisis del sector por razones que espero comprendan.
He tenido el inmenso honor de que la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España (RACVE) me haya otorgado la condición de Académico de Honor. Una profesión, la veterinaria, que está al frente de mu­chas luchas en favor de la humanidad. Agra­­deceré siempre, pues, a la RACVE su dis­­tinción que no creo merecer, pero que me honra extraordinariamente. Y me honra aún más al saber, cómo lo supe ese día, que soy el primer ingeniero agrónomo en la historia de la Academia que ingresa en la mis­ma.

Debía corresponder a ello pronunciando un discurso sobre un tema ad hoc y así lo hice. Elegí exponer la situación actual de la ganadería española, una ganadería po­tente y triunfante, pero que se enfrenta a al­gunos riesgos de crisis, desgraciadamente. Lo ex­plicaré.

Desde el inicio de la Transición, hace 45 años, hasta hoy, la agricultura española, toda ella en su conjunto, ha experimentado un cambio profundísimo y se ha convertido en número uno en muy diversos sectores, como el vitivinícola, el oleícola, el hortofrutícola y en las últimas décadas también en el sector ganadero. Los datos de la estructura de las cuentas del sector agrario, en lo que atañe a la distribución de la Producción Final Agraria (PFA), así lo demuestran.

Tenemos una PFA que multiplica por 11 la de 1975, un saldo de balanza comercial que es el segundo de España y al que solo precede bienes de equipo, somos el se­gun­do perceptor de ayudas PAC de la UE porque somos el tercer país agrario y el sex­to exportador agroalimentario mundial cuando en 1975/76 éramos fuertemente de­fici­ta­rios. Hoy somos además el primer país de Europa en hectáreas regadas (unos 4 millones) y con riego tecnificado creciente.

Pero en la última década del siglo pasado y principios de este siglo XXI el sector pe­cuario ha dado un salto de gigante. Ha au­mentado notablemente la densidad pe­cuaria, ha variado la composición interna de la cabaña, han surgido nuevas explotaciones ganaderas, menos dependientes de las condiciones agronómicas del medio, aunque más de las importaciones de piensos, hay más granjas y menos ganadería extensiva. El gran salto se ha dado en la úl­tima década donde la PFG ya es bastante más de un tercio de la PFA y solo el porcino representa el 42% de aquella. Y al tiempo el consumo de piensos es el 53% de los consumos intermedios (CI).

Sí, nuestra ganadería ha cambiado ra­dicalmente y ha dado un salto espectacular. El censo agrario muestra un número de explotaciones más reducido, pero con un fuerte crecimiento de todas las producciones y que además se ha convertido en un fuerte exportador. Y en ese contexto, el sec­tor porcino de capa blanca se ha revelado como el sector estrella con una notable expansión. Somos los primeros de la UE en producción y terceros en el mundo, exporta el 55% de su producción total y somos así el segundo mayor exportador de carne y porcino de todo el mundo solo por detrás de Estados Unidos, pero por delante de Alemania. Y es un sector que está además en la vanguardia del bienestar animal.

Pero, al tiempo, debemos hablar de tiempos de crisis, porque hay ciertas amenazas en el horizonte que deben ser estudiadas. Por una parte habrá cambios en la demanda interior porque la población es­pa­ñola, España, no se vacía, se hace urbana y litoral y la estructura de consumo y de­manda de los alimentos, la dieta, está va­rian­do. Tenemos 6 millones de extranjeros, ci­fra que será creciente, muchos de los cuales tienen prohibido el consumo de ciertas carnes por razones religiosas; tenemos 19 millones de singles cuyos hábitos y formas de alimentación son diferentes; hay más de 300.000 veganos y 1 millón de ve­ge­tarianos que rechazan los consumos animales; están ya empezando a entrar alimentos no tradicionales, plant based que com­piten por las proteínas, nos aparece aho­ra la “carne cultivada” de Estados Uni­dos, etc.

Y el sector ganadero, sobre todo de granja, está sufriendo una fuerte inflación de costes por causa de sus altos consumos de energía, cuyo precio ha crecido notablemente, y de las importaciones de piensos que dañan sus rentas y su permanencia en los mercados. Basta con ver lo que está ocurriendo con las granjas de leche altamente impactadas por la inflación de energía y piensos.

Además el sector se enfrenta a ciertos riesgos procedentes del exterior. El crecimiento de los costes de los piensos importados como consecuencia de la guerra de Ucrania, las amenazas que encierra el documento Farm to Fork, ya señaladas por mu­chos, las constantes recomendaciones de unos y otros en favor de la reducción del consumo de carnes rojas para ayudar con ello a reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), en base a que algunos estiman que la agricultura contribuye con un 14%, aproximadamente de las emisiones y que, de ellas, el 70% proceden del sector de los animales.

Nos llegan muchas advertencias desde el cambio climático para reducir los consumos de carnes rojas y eso es una amenaza latente que gira en este momento contra el consumo de carne. En el último informe de la COP27 se vuelve a decir que la industria ganadera “es de las más contaminantes” y propone “establecer un límite en la demanda de carnes y lácteos como prioridad”. Y en estos últimos días el Consejo y el Parlamento Europeo (15 de diciembre) han concluido, también, que hay que reducir el consumo de carne de vaca en una llamada “lista negra” de alimentos. Además hay un ecologismo radical muy activo, moviéndose en estas direcciones, direcciones que lamento decir no ayudan a re­solver el objetivo dos del Hambre Cero previsto en la agenda 2030 (ODS) y que, por ello, dificulta el logro de la seguridad alimentaria mundial, según los últimos informes de FAO.

Por otra parte, algunas disposiciones en el interior pueden afectar negativamente al sector y deberían ser mejor y más estudiadas en profundidad. Me refiero a todas las leyes sobre el bienestar animal o las disposiciones sobre la caza o los animales silvestres… todo este tipo de disposiciones debería ser informado pre­viamente por la Real Academia, una de cuyas finalidades es pre­cisamente la de responder a consultas de las Ad­mi­nis­tra­ciones Públicas. Y nadie mejor que sus integrantes para emitir una opinión fundada científicamente que ayude a los legisladores en su dura e importante tarea. No olvidemos que, además, estamos pa­sando una durísima zoonosis, la Covid-19, y que tenemos otras en el horizonte. Por ello trabajar en el sentido de la One Health es absolutamente necesario e imprescindible.

Y como final quisiera desear a todos un nuevo año 2023 pese a que nos amenaza con una menor producción de oliva, una caída de precios en cítricos e importaciones de Sudáfrica, altos costes de energía o piensos, difícil reducción en precios al final de la cadena con lo que ello supone, continuas exigencias burocráticas y administrativas para obtener ayudas, etc. Pero ojalá esto cambie y veamos reglas menos duras desde todas las ópticas para no hacer más difícil la ya difícil profesión de agricultor o ganadero, más facilidades para ayudas PAC, menores exigencias para los eco-regímenes o para disponer de más hectáreas regables y no más estorbos (que diría Jovellanos), etc.

Pensemos en un 2023 donde veamos unas administraciones europeas, mundiales, nacionales o autonómicas más interesadas en la expansión de las producciones agrícolas y pecuarias porque detrás de ello están los objetivos de erradicar el hambre del mundo, el Hambre Cero. Un objetivo al que deben supeditarse todas las decisiones. Es el gran objetivo de la humanidad, antes que ningún otro.

Muy feliz Navidad y un esperanzador, provechoso y rentable año 2023. Abrazos

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