Elecciones 10-N, España necesita nuevos y buenos programas rurales/agrarios. Por Jaime Lamo de Espinosa

Tenemos un amplio panorama político por delante que va a condicionar en mucho los próximos años de gobierno. Y además en medio de una recesión económica ya anunciada por todos los indicadores y en numerosos sectores, un Brexit impredecible nacido de un Cameron arrepentido pero hoy en manos de un complejo Boris Johnson y una fuerte amenaza arancelaria de Trump sobre nuestras exportaciones a nuestro primer mercado comprador agroalimentario. No es poco.

Elecciones 10-N, España necesita nuevos y buenos programas rurales/agrarios. Por Jaime Lamo de Espinosa

Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.

Querido lector:

Tras varias elecciones fallidas, por no ha­ber conducido a la investidura de presidente, se han convocado nuevas elecciones generales que tendrán lugar el próximo 10 de noviembre, unas tres semanas más tar­de de esta Carta que ahora lees. Es mucho lo que España se juega en las mismas, porque es ya demasiado el tiempo en el que la inestabilidad y la falta de seguridad atenazan a nuestro país. Y es por eso que todos los partidos claman por una etapa sólida, consistente, llena de consensos y generosidad y ausente de revanchas y an­tagonismos, una nueva legislatura con un gobierno con mayoría suficiente para su acción y que aporte estabilidad a la economía y la sociedad española.

El problema nos viene de que el sistema estaba imaginado para una situación de bipartidismo, pero en los últimos años han nacido dos partidos por el lado del centro-derecha y otros dos partidos por la izquierda. Esto hace más difícil la formación de mayorías estables y dificulta la po­sibilidad de una investidura llevada a cabo en poco tiempo. Este multipartidismo, al que hay que añadir los nacionalistas e in­dependentistas, algunos muy radicales, no facilita precisamente los pactos alrededor de un buen programa moderado de gobierno. Y lo hemos podido comprobar en las se­siones habidas en el Congreso en me­ses pasados.

Pero vayamos al tema central de esta revista: lo rural y agrario. Por un lado la Ley d’Hondt se comporta de modo bien diferente en circunscripciones urbanas que en rurales y, por tanto, en circunscripciones de gran dimensión que en aquellas que sólo tienen en juego entre tres y cinco diputados. Es el caso de 26 provincias en el conjunto nacional, de entre las cuales ocho solo aportan tres diputados. Todas ellas –Teruel, Zamora, Palencia, Segovia, Huesca, Ávila, Gua­da­la­jara y Cuenca– son provincias llenas de municipios rurales, con muy escasa población y con numerosos municipios y aldeas vacías. De ahí que algunos partidos apuesten por olvidar estas pro­vin­cias/­mu­ni­cipios en favor de los grandes, donde hay más “cosecha” potencial de votos y diputados.

Pero en esas provincias grandes hay muchísimos municipios de más de 20.000/25.000 habitantes y una enorme preocupación por lo agrario, véase el caso de Valencia, Sevilla, Málaga, Murcia, etc. Y esas provincias, al igual que las otras, quieren saber qué programas agrarios y rurales ofrece cada partido. Recuerdo que esto fue clave en las elecciones del 15J de 1977 (yo me ocupé entonces activamente de ese componente del voto). Y veo, año tras año, cómo estos programas, estas ideas son cruciales en las elecciones francesas donde la clase dirigente tiene una identificación con lo rural que aquí, desgraciadamente, no existe. Y lo empieza a ser en Italia, donde la preocupación por el va­ciamiento rural es dominante hoy. Y aquí, en España, no olvidemos que en el 90% del territorio reside solo el 20% de la población española, con muchas zonas con muy baja densidad poblacional, como es el caso extremo de la Serranía Celtibérica, la llamada “Laponia del Sur” por esa razón, por su bajísima densidad.

Por eso pienso que harían muy bien los partidos en preocuparse por estos temas, configurar unos nuevos y buenos programas rurales/agrarios y hacerlos llegar a sus potenciales votantes. Esos programas deberían abordar, al menos, las cuestiones que siguen: agricultura y ganadería y cambio climático, reducción de gases de efecto invernadero, problemas y soluciones a la ganadería contra la que muchos luchan hoy, “impuestos cero” al medio rural, a aquellos que compren viviendas en pueblos y aldeas, facilitar planes de rehabilitación, bonificaciones en el IRPF a las gentes que vivan, retornen o se instalen en la España vacía, un reparto de las ayudas PAC razonable y equilibrado, mayor vigilancia en los controles de la seguridad en sanidad animal y vegetal, cubrir la brecha digital para que los que se muden a vivir en los pueblos puedan trabajar en las ciudades vía TICs, fomentar que la industria agroalimentaria se instale en municipios de menos de 20.000 habitantes, promover el turismo rural unido a su gastronomía, aumentar las superficies de riego –vía presas, ca­nales e interconexión de cuencas– y no ir en contra de embalses y riegos pues solo la agricultura de regadío permitirá mantener pueblos con vida económica activa, facilitar el acceso vía nuevas carreteras y su renovación desde tales pueblos a los servicios de las capitales de provincia y favorecer la instalación de tales servicios en dichos municipios, ser más protagonistas en la formación de los nuevos criterios de la PAC tanto en lo que afecta a producciones como a los fondos Feder y a las ayudas Sespas para las áreas escasamente pobladas, etc., etc.

Estas y muchas otras cosas más deberían formar parte de los programas de los partidos en liza, con el compromiso firme de que las llevarán a cabo en caso de alcanzar posiciones de gobierno. Y no olvidemos que formar gobierno en estas elecciones no será fácil dado el número de partidos. España necesita una “ley de segunda vuelta” como hay en Francia para evitar que no nos ocurra más lo que nos ha traído hasta aquí. Y eventualmente los dos grandes partidos deberán pensar, si los resultados hacen casi imposible un gobierno al uso, la formalización de un Acuerdo de Estado para gobernar juntos los dos o tres grandes partidos constitucionalistas, aunque sea solo por dos años, y en ese tiempo reformar aquellos aspectos constitucionales básicos que hoy son aconsejables y que son bastantes.

En fin, que tenemos un amplio panorama político por delante que va a condicionar en mucho los próximos años de gobierno. Y además en medio de una recesión económica ya anunciada por todos los indicadores y en numerosos sectores, un Brexit impredecible nacido de un Cameron arrepentido pero hoy en manos de un complejo Boris Johnson y una fuerte amenaza arancelaria de Trump sobre nuestras exportaciones a nuestro primer mercado comprador agroalimentario. No es poco.

Sí, sin duda, necesitamos un gobierno fuerte y con criterios de Estado, no de partidos. Que haya suerte…

Un cordial saludo

 

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