El cambio climático: una amenaza adicional a la seguridad hídrica. Por Jaime Lamo de Espinosa

El cambio climático: una amenaza adicional a la seguridad hídrica. Por Jaime Lamo de Espinosa

A la Unión Europea se dirigen preferentemente nuestras exportaciones hortofrutícolas derivadas del ámbito del Trasvase Tajo-Segura (Murcia, Alicante y Almería), la “huerta de Europa” que hay que defender. Y el sector hortofrutícola depende en mucho de las actuaciones políticas futuras que deben orientarse siempre en su favor.

Por Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.

Querido lector:

Terminé mi carta de la pasada quincena algo esperanzado con respecto a que las DANAs anunciadas, los vórtices tormentosos, etc., dejarían aguas mil sobre los campos y las tierras de España – campos de tierra, Tierra de Campos…– aguas que nos permitieran aliviar esta maldita sequía que nos asola. Y cuando escribo estas líneas vivimos bajo una multitud de tormentas repartidas por toda España que dejan lluvias en proporción nunca conocidas (40-60 l/m2 en muchos lugares) en escaso tiempo, lo que provoca arrastres, inundaciones, caídas de muros, casas, bajos anegados, etc., y al mismo tiempo pedriscos, fuertes granizadas con piedras de hasta 4 cm de diámetro.

Cuando era niño y pasaba largos veranos en el campo, en Requena, veía siempre pedriscos en estas épocas que combatíamos lanzando cohetes granífugos de escasa eficacia pero que hacían la alegría de los chicos, al tiempo que se rezaban trisagios para combatir aquellas piedras. He visto así, a lo largo de mi vida joven, muchos pedriscos que destrozaban cosechas, pero nunca de estas magnitudes. Y recordaré siempre el que viví, siendo ya subsecretario en 1977, que arrasó los viñedos de Requena, Utiel, San Antonio, etc., y frente al que adoptamos desde el Ministerio múltiples medidas de ayudas que llevó al Ayuntamiento a otorgarme la condición de Hijo Adoptivo de Requena que siempre he lucido con orgullo.

Pero esto está siendo peor que aquello. Precisamente descargaron esas terribles tormentas con fuerza inusual en Requena y otras zonas de Valencia el pasado día 18, arrasando cosechas, carreteras, caminos, plantaciones, centenares de hectáreas asoladas. Y lo malo es que se teme que esta situación arrecie en semanas próximas y en toda España según nos anuncian los meteorólogos.

Pero estas lluvias tienen algo de positivo. Los pantanos, los embalses, crecen algo en cuanto a su agua embalsada. A 19 de septiembre disponíamos de un 36,78% de agua embalsada, cifra algo superior a igual fecha del año 2022 (33,55%), aunque muy inferior a la media de los últimos diez años, 49,88%. Casi 13 puntos menos de diferencia. Pero había crecido sobre la semana anterior. Aunque, eso sí, esta distribución es muy irregular. Las cuencas del Guadiana, Guadalquivir, Guadalete-Barbate, Mediterránea andaluza y Cataluña Interna, se sitúan todas por debajo del 25%. En tanto que Miño-Sil, Galicia Costa, Cantábrico Occidental, Tinto y Odiel, Cantábrico Oriental y País Vasco Interno, están muy por encima del 50%. Es la gran diferencia entre sur y norte. Habrá que reflexionar nuevamente cómo en un país con tan fuerte estrés hídrico los trasvases son una necesidad si queremos garantizar la seguridad hídrica futura de la península.

Todo lo anterior se relaciona intensamente con el V Congreso Nacional del Agua, celebrado, con enorme éxito, la pasada semana (4-18 septiembre) en Cox bajo la dirección del gran catedrático Joaquín Melgarejo y con el hecho de que el cambio climático (tema tan en cuestión últimamente desde el manifiesto en el que Clauster y otros miles de científicos afirman que no estamos ante “una emergencia climática”) es una amenaza adicional a la seguridad hídrica. El congreso partió del principio de que la “seguridad hídrica es uno de los mayores riesgos de la prosperidad global”. Así nos lo anunciaba con todo acierto Melgarejo: El consumo de agua se multiplica cada 20 años y en 2025 dos tercios de la humanidad vivirá en zonas con estrés hídrico. Debemos lograr un nivel de agua capaz de satisfacer usos y demandas diversas. Y debe hacerse sin generar conflictos territoriales. La Covid puso de manifiesto la importancia de la seguridad alimentaria para Europa. España fue un ejemplo.

Y es por ello que Melgarejo propone modernizar los regadíos con energías renovables, completar los desarrollos de regadíos allí donde es posible, configurar sistemas integrados de agua, pasar de regulaciones anuales a hiperanuales, flexibilizar demandas para afrontar sequías, gestionar de modo óptimo las aguas subterráneas, depurar aguas urbanas e industriales, aprovechar aguas desalinizadas limitando su uso en razón de su alto coste energético productivo, mejorar la sostenibilidad del regadío, avanzar hacia un sistema integrado del agua y acomodar los caudales ecológicos a los ecosistemas asociados del agua.

Y hubo otro aspecto resaltable. Melgarejo, que conoce como nadie el problema del Trasvase Tajo-Segura, lo vive, nos destacaba una vez más la importancia de éste para la seguridad hídrica de más de 2,5 millones de personas de forma permanente y de más de 3,4 en los momentos de fuerte afluencia turística a Alicante y Murcia.

Por otra parte, la seguridad alimentaria está íntimamente ligada a este Trasvase, ya que buena parte de la agricultura y agroindustria dependen muy estrechamente de los caudales procedentes del Tajo (que, por cierto, ha subido algo en las últimas semanas y está al 48,42% de su capacidad). Por ello, subrayaba él que las políticas hidrológicas no deben poner en cuestión la riqueza creada y la seguridad hídrica que sustenta a la seguridad alimentaria, no solo de España, sino de buena parte de los países de la Unión Europea. A la UE, nuestro gran mercado, se dirigen preferentemente nuestras exportaciones hortofrutícolas derivadas del ámbito del Trasvase Tajo-Segura (Murcia, Alicante y Almería), la “huerta de Europa”. Huerta que hay que defender a todo trance. Y el sector hortofrutícola depende en mucho de las actuaciones políticas futuras que deben orientarse siempre en su favor. Es nuestra gran oportunidad.

Y todo ello, añado yo una vez más, hay que enmarcarlo bajo un gran Pacto Nacional del Agua. Es muy necesario. Habrá que pensar más, consensuar más, hacer más e invertir más…

Un cordial saludo

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