Defender el regadío es proteger el interés general de España. Por Juan Valero

Defender el regadío es proteger el interés general de España. Por Juan Valero

Juan Valero de Palma, presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore)

 El regadío es hoy, en pleno siglo XXI, un pilar esencial del sistema agroalimentario y del desarrollo rural de nuestro país, que destaca como un referente de modernización y reconocimiento internacional. Sin lugar a dudas, constituye el aliado indispensable en la búsqueda de una gestión sostenible del agua.

En este contexto, la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (Fenacore), la voz de los agricultores de regadío afronta una nueva etapa, marcada por un cambio en su Presidencia, tras casi 30 años liderada por Andrés del Campo, quien ha logrado agrupar en esta Federación a más de 700.000 regantes y más dos millones de hectáreas, es decir, más del 80% del regadío asociado en la Comunidades de Regantes en España.

Ahora tomo el relevo de Andrés del Campo, quien será nuestro nuevo presidente de honor, y afronto este puesto con un mandato de línea continuista, pero con un programa cargado de retos y compromisos firmes en un contexto crítico, que viene marcado por la subida de precios, la sequía y la falta de inversión en obras de regulación.

Asumo, por tanto, este reto para los próximos cuatro años, con el objetivo firme, hoy y siempre, de trabajar en beneficio de las Comunidades de Regantes y de defender los intereses generales del regadío español.

Fenacore es de todos y tenemos que hacerla entre todos y, por esta razón, estaré siempre atento a las preocupaciones del regadío español, consciente de mi responsabilidad en una etapa tan complicada como la actual, que se ve afectada especialmente por la sequía, por el ecologismo radical, por el desconocimiento de la opinión pública de los beneficios del regadío, por la crisis de precios y de rentabilidad en el campo…

La coyuntura actual es difícil y tenemos por delante muchos retos que debemos afrontar unidos, defendiendo siempre que podamos el papel insustituible del regadío -que supone casi un 60% de la Producción Final Agrícola nacional- y todas las bondades que representa y aporta al conjunto de la sociedad.

A estas alturas, además, está más que acreditado que nuestro sector genera puestos de trabajo de calidad y más estables que el secano; mejora la calidad de vida de los agricultores; evita el abandono de las fincas y fija población, crea riqueza en las áreas rurales, impulsando el sector agroindustrial e incrementa la implantación de nuevas tecnologías en el mundo rural, junto a otras muchas aportaciones medioambientales.

Gestión política del agua

Sin embargo, pese a su importancia, desde hace muchos años nos enfrentamos a una continua contaminación de la gestión del agua desde un punto de vista político, que debe cesar de una vez por todas. La peor contaminación del agua es la que proviene de la política. Frente a ello, trabajaremos para devolver al agua el protagonismo que merece en la agenda del Ejecutivo y presentaremos propuestas técnicas rigurosas, basadas en criterios científicos y con resultados avalados.

Pondremos todos los esfuerzos, además, en alcanzar un Pacto de Estado por el Agua para luchar contra las sequías e inundaciones; rebajar los costes de producción; mejorar la planificación hidrológica para garantizar el agua para riego, entre otros muchos desafíos. El cultivo de regadío en nuestro país es muy variado y sus necesidades deben abordarse sin apriorismos, sino con datos y evidencias empíricas, no con falsos relatos.

En paralelo, la alarmante sequía ha hecho saltar todas las alarmas desde hace meses y la gestión del agua ha vuelto a situarse en el centro del debate público.

Muchas zonas sufren verdaderas dificultades para regar, con dotaciones de apenas un 12%, por lo que las pérdidas en el campo van a ser dramáticas. Y esta situación se produce con unos antecedentes que es necesario resolver cuanto antes, como son la falta de inversión en obras de regulación y obras hidráulicas, y una aprobación excesivamente optimista de mayores caudales ecológicos.

 Inversión insuficiente

 Sin duda, todo ello está agravando la amenaza recurrente que suponen para España las sequías, ya que sólo se han ejecutado dos de cada diez euros de la inversión prevista en los anteriores planes hidrológicos, por lo que un porcentaje elevado de infraestructuras hidráulicas de interés general no se han realizado.

Y todo ello, pese a recogerse en los sucesivos planes y resultar determinantes para mitigar impactos del cambio climático, como las sequías e inundaciones. Pero, además, para afrontar la sequía hay que movilizar con emergencia todos los recursos extraordinarios posibles.

A lo largo de los siglos, los regantes hemos demostrado nuestra capacidad para enfrentarnos con éxito al desafío de contribuir a una gestión racional y sostenible del agua. Nos comprometemos en nuestro día a día a utilizar este recurso de manera responsable, sostenible y eficiente.

Y, como bien nos dejó escrito Kofi Annan, ex secretario general de Naciones Unidas, tenemos la responsabilidad de asegurar una gestión responsable de este recurso vital, no sólo para garantizar una producción segura de alimentos para el Planeta, sino también como un deber hacia las generaciones venideras, que no podemos soslayar. Mantengamos siempre presente este objetivo y trabajemos juntos para garantizar un futuro sostenible para todos.

 

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