Cambios curiosos del sector hortofrutícola desde Berlín. Por Cristóbal Aguado.

Cristóbal Aguado Laza. Presidente de AVA-ASAJA

Cambios curiosos del sector hortofrutícola desde Berlín. Por Cristóbal Aguado.

Cristóbal Aguado Laza. Presidente de AVA-ASAJA

Curiosa cuanto menos me ha resultado la visita a Fruit Logistica, la feria hortofrutícola más importante del mundo cuya última edición tuvo lugar del 5 al 7 de abril en Berlín. Sabíamos que iba a ser diferente, tras la suspensión de 2021 por la pandemia y con la celebración de 2022 en plena guerra de Ucrania y con una escalada histórica de los costes de producción. Sin embargo, las impresiones con las que vuelvo no me dejan indiferente porque he detectado cambios de tendencias de mayor repercusión para nuestra agricultura.

Como siempre, los países europeos de gran visión mercantil, como Países Bajos, Francia o Italia, estaban bastante resaltados. Del mismo modo, había un impulso muy fuerte por parte de países sudamericanos, como Perú, Colombia, Brasil, Ecuador o Argentina, que han apostado por unos stands más espectaculares y mantenían movimientos de contactos extraordinarios. España ha sido una zona más tranquila y algo menos visitada, quizás por el diseño de la propia entrada de la feria.

Valoro positivamente el apoyo de la Generalitat Valenciana, con la asistencia de una delegación encabezada por el presidente Ximo Puig y acompañado por la consellera Mireia Mollà y otros representantes de la conselleria. Me gustó la luminosidad de los salones de Murcia y Andalucía, que daban una mayor vitalidad comercial y de imagen a sus empresas, pero lamentablemente no fue la tónica general de nuestro país donde hubo espacios con menos brillo y actividad.

Todos están haciendo un esfuerzo en marketing para presentar sus productos de manera diferenciada. Dentro de Europa, que es nuestro mercado de proximidad, España debe significar que aporta un producto con más frescura, calidad, seguridad alimentaria y respeto con el medio ambiente, ya que tiene una menor huella de carbono en comparación con importaciones producidas con estándares de sostenibilidad más laxos y transportadas desde miles de kilómetros. No obstante, por lo visto en Berlín, eché de menos ese mayor ímpetu de España por lograr una visibilidad que responda a su realidad de comercio exterior, principalmente en Europa pero también en el resto del mundo. Posiblemente esa falta de apuesta sea por la mayor implicación en Fruit Attraction, donde la presencia española es más potente.

Otra observación a destacar es que, en la mayoría de países y stands, es la primera vez que la citricultura aparece de forma tan testimonial. Otras frutas y hortalizas estaban muy promocionadas visualmente, destacando sus propiedades nutricionales que las ponen de moda dentro de las dietas saludables. El aguacate ha sido el rey de la feria y otros cultivos subtropicales crecen a paso firme. A excepción de casos admirables como el stand de Sicilia, donde la naranja roja ocupa mucho protagonismo, la feria pasaba bastante de largo de los cítricos.

En fin, Berlín nos deja una feria casi postpandémica con cambios curiosos que deberíamos tener muy en cuenta si queremos mantener un sector hortofrutícola de referencia que genere prosperidad, preserve nuestro territorio y garantice la soberanía alimentaria.

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