La exportación española hortofrutícola en 2015: evolución positiva y retos pendientes

La exportación española hortofrutícola en 2015: evolución positiva y retos pendientes

Jose María Pozancos. Director de FEPEX

La exportación española de frutas y hortalizas frescas en 2015 ha registrado una evolución positiva, con un crecimiento del 14% en valor y un 8% en volumen, totalizando 8.174 millones de euros y 8.739.754 toneladas, respectivamente, en los ocho primeros meses del año con relación al mismo periodo de 2014, según los últimos datos actualizados por la Dirección General de Aduanas.

La exportación a la UE ha crecido un 10%, 8,1 millones de toneladas, lo que representa el 93,5% del total. La exportación a países europeos no comunitarios, entre los que se encuentra Rusia, Noruega o Suiza, desciende un 43%, 220.255 toneladas, el 2,5%, y la exportación a países terceros no europeos crece un 23%, 348.021 toneladas, un 4% del total.

En valor y en el periodo analizado la exportación española a la UE crece un 17%, situándose en 7.618 millones de euros, la dirigida a países europeos no comunitarios desciende un 38%, 244 millones de euros, y la dirigida a países terceros no europeos crece un 36%, 311,7 millones de euros.

Dentro de la UE los principales países destinatarios de las exportaciones españolas de frutas y hortalizas frescas son Alemania, con 1.985 millones de euros hasta agosto de 2015, un 16% más que en el mismo periodo de 2014; Francia, con 1.478 millones de euros (+16%) y Reino Unido, con 1.141 millones de euros (+16%).

Dentro del grupo de países europeos no comunitarios los tres principales países receptores son Suiza, con 145 millones de euros (+12%); Noruega, con 63 millones de euros (-5%) y Bielorrusia, con 9,5 millones de euros (-65%).

Los principales destinos dentro de los países terceros no comunitarios son Brasil, con 63 millones de euros (+68%); Emiratos Árabes Unidos, con 40 millones de euros (+34%) y Argelia, con 39 millones de euros (+1%).

Estos datos reflejan dos de los grandes retos del sector. Por un lado, consolidar el crecimiento y la posición del sector español en los mercados comunitarios, de los que depende económicamente. Y, por otro, la apertura real de nuevos mercados.

La UE es el mercado natural de las producciones españolas y para seguir creciendo es necesario superar los retos que nos plantean estos mercados como su creciente nacionalización, la fuerte promoción institucional de los circuitos cortos, así como la competencia de los países terceros y de los productos sustitutivos de la industria alimentaria. Estos factores obligan al sector a competir en precio, volumen, seguridad de suministro, calidad garantizada, diversidad de especies y formatos, características coincidentes con las actuales fortalezas del sector español y cuya mejora deber ser objetivo prioritario de todas la políticas implicadas.

Con relación a los países terceros, los volúmenes de exportación son muy pequeños, dada la fuerte resistencia a levantar las barreras fitosanitarias y a las políticas de defensa de las producciones nacionales que existen en muchos de estos países, así como las dificultades logísticas inherentes a la mayoría de destinos no comunitarios.

Las trabas son de tipo arancelario y principalmente fitosanitario. En el mercado comunitario, la protección arancelaria ha ido disminuyendo de forma muy importante, no solo a consecuencia de las negociaciones multilaterales, principalmente en el marco de la OMC, sino también de las múltiples negociaciones bilaterales con países que, en muchos casos, son fuertes competidores de las producciones hortofrutícolas españolas. Pero esto no ocurre en los países no comunitarios, principalmente fuera de Europa, que mantienen e incluso incrementan, en muchos casos, la protección de su mercado interior.

En el tema fitosanitario, la principal de estas barreras que encuentra el sector es la exigencia de protocolos específicos producto-país. Para acceder a estos mercados, se requieren protocolos específicos por producto, lo que exige una negociación de carácter técnico y especializado en temas de sanidad vegetal, entre las administraciones españolas y las de los terceros países, que pueden durar años. Estos protocolos, además, contienen requisitos que en muchos casos son de muy difícil cumplimiento haciendo inviable la exportación.

Se da la paradoja, además, de que mientras que algunos países no comunitarios exigen protocolos específicos para permitir la entrada de frutas y hortalizas comunitarias, sus producciones son exportadas a la UE sin que se les apliquen requisitos similares.

Por ello, FEPEX demanda que la Comisión Europea se implique más en la apertura de nuevos mercados, puesto que el poder negociador de la Comisión es mayor que el de los Estados miembros actuando independientemente, y que en estas negociaciones se exija reciprocidad.

En este sentido actualmente se han iniciado las discusiones en el marco de los Trílogos para alcanzar un acuerdo sobre la Propuesta de Reglamento del PE y del Consejo relativo a las medidas de protección contra las plagas de los vegetales, conocida como le nueva Ley de Sanidad Vegetal, y una de las cuestiones más importantes y controvertidas es el principio que debe regir las condiciones de entrada de productos y materiales vegetales desde terceros países para garantizar la protección fitosanitaria de las plantaciones comunitarias.

FEPEX, conjuntamente con las organizaciones agrarias, ha manifestado su apoyo al acuerdo del Consejo que propone que se establezca un “listado de vegetales, de productos vegetales y otros objetos de alto riesgo” que no podrían introducirse en la UE por considerarse con un nivel inaceptable de riesgo en base a criterios fijados por Reglamento.

En el ámbito de la política agraria, el sector se enfrenta también a retos importantes. En estos momentos se está diseñando la Estrategia Nacional de los Programas Operativos sostenibles del sector hortofrutícola. En relación a las organizaciones de productores, FEPEX considera que es necesario facilitar la incorporación de nuevos socios a las organizaciones ya existentes y ampliar el número de organizaciones reconocidas, con el fin de que este instrumento contribuya a la sostenibilidad económica de las explotaciones y a la renta de los productores, para mejorar la ordenación de la oferta, facilitando el acceso a los programas operativos.

Con relación a estos programas se considera que generan múltiples utilidades en las organizaciones de productores, por ejemplo permiten financiar inversiones en activos físicos colectivas e individuales, inversiones por otra parte imprescindibles para mejorar la competitividad y adaptar la oferta a la evolución de la demanda. Por ello, se considera prioritario potenciar estos programas operativos en su contenido actual, ampliando determinadas medidas, para lo que se requeriría una mayor financiación comunitaria, muy limitada e su cuantía (181 millones de euros) en comparación con la dimensión del sector y el conjunto del presupuesto de la PAC que percibe España anualmente.

Por último destacaré dos retos también importantes para el sector: la calidad y el consumo. Con relación a la calidad , el sector se enfrenta a una gran complejidad a la hora de organizar y gestionar sus producciones debido a la proliferación de normas privadas, considerando necesario limitar tal proliferación de protocolos privados, aplicándose la Directiva de la UE sobre las mejores prácticas aplicables a los regímenes voluntarios de certificación de productos agrícolas y alimenticios, que prevé la homologación entre protocolos similares y que la consiguiente reducción de costes se reintegre al sector productor.

En el ámbito del consumo, preocupa el descenso continuado en España. En el acumulado de enero a agosto de 2015, el consumo de frutas y hortalizas frescas en los hogares se situó en 5.423 millones de kilos, un 5% menos, de los que 3.005 millones de kilos correspondieron a frutas (-4%), 1.774 millones de kilos a hortalizas (-6%) y 644 millones de kilos a patata (-6,5%). No obstante, el gasto no se redujo, se estabilizó, con 7.286 millones de euros (-0,3%), de los que 3.966 millones de euros correspondieron a frutas (+0,4%), 2.902 millones de euros a hortalizas (-0,1%) y 417 millones de euros a patata (-8%). Ello nos conduce a pensar que se está reduciendo el consumo en formatos tradicionales, como la venta a granel y aumenta la demanda de nuevos productos como arándanos, frambuesas, nuevas clases de tomates…, creciendo los formatos snack. La evolución de los patrones de consumo vinculados a cambios en la forma de consumir y a la salud, pueden constituir una oportunidad para el sector español si consigue dar una respuesta adecuada más eficaz que la de los competidores comunitarios o de terceros países a esta evolución de la demanda, con unos consumidores cada vez más conscientes de que las frutas y hortalizas son el componente más saludable de nuestra dieta.

 

 

 

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