27 de Mayo, Día de la Sostenibilidad en John Deere

El día 27 de mayo John Deere hizo una presentación desde Mannheim encaminada a mostrar a agricultores y expertos los retos que habrán de ser abordados en un futuro próximo. La jornada, originariamente planteada como una demostración de campo, tuvo que ser adaptada a un formato de rueda de prensa debido a los condicionantes de la pandemia.

27 de Mayo, Día de la Sostenibilidad en John Deere

Pilar Barreiro. LPF_TAGRALIA, UPM_CEI Moncloa

El responsable de relaciones públicas de John Deere comenzó indicando que el cambio climático es sólo una cara de los retos a abordar en la agricultura, al que hay que añadir los cambios en la política agraria común (Green Deal), la presión económica a la que se ven abocados lo agricultores, y la necesidad de encontrar soluciones sostenibles. En la jornada participaron además el presidente de la división de Agricultura y Turf de John Deere, Mark Von Pentz, así como el responsable de tecnologías de la comunicación de Kaiserslaunten.

Un punto clave en esta presentación parte de la constatación de la pérdida de confianza de los consumidores en la agricultura en general, y en los agricultores en particular, a quienes se responsabiliza en parte de la carencia de alimentos nutritivos y saludables, así como de la contaminación ambiental.

En este contexto John Deere apuesta claramente por aquellas tecnologías que permitan un secuestro de CO2 a corto, medio y largo plazo, con el tractor de metano como uno de sus ejes fundamentales, y la reducción de pérdida de potencia (y aumento de consumo energético) debido a la ineficiencia de las transmisiones de los tractores.

John Deere va a apostar firmemente por una tríada de medidas: la gestión automatizada de tareas (Isobus), la robotización de vehículos (permitirá emplear vehículos pequeños autónomos que no compacten el suelo), y el empleo de energías alternativas (electrificación de vehículos o motores de un metano procedente de digestores de biogás).

La multinacional establece claramente como objetivo la complementariedad de la protección del medio, y la eficiencia económica sin la cual las fincas agropecuarias no tendrán futuro. Para ello ha definido el concepto de buenas prácticas agronómicas basada en el análisis de riesgos, que ha de ir acompañado de una mejora de la transparencia en las actividades (cuadernos digitales de explotación).

En este concepto de buenas prácticas basadas en el análisis de riesgos, John Deere aborda tres ejes: la protección del suelo, el empleo de estiércol como base de la fertilización, y la reducción drástica en la aplicación de fitosanitarios mediante control de secciones en pulverizadores, o un control individual de boquillas (máxima precisión).

Respecto al manejo respetuoso del suelo, la compañía mostró una app gratuita denominada TerranimoR que permite analizar las consecuencias de emplear cualquier modelo de tractor, combinado con aperos específicos. Esta aplicación aporta indicaciones sobre la previsión de erosión del suelo por escorrentía, el nivel de infiltración de agua y la disponibilidad de nutrientes en el perfil del suelo, debido al conjunto de tractores y equipos empleados en cada finca.

En cuanto al manejo de estiércol líquido, John Deere apuesta por la medición en continuo de la cuantía de materia seca y del contenido en nitrógeno total entre otros, empleando para ello el Harvest Lab 3000. Este dispositivo es un espectrómetro de reflectancia en el infrarrojo (900-1.600 nm) y en principio está ajustado para estimar la concentración N-P-K del estiércol en tiempo real. De esta manera, la compañía afirma que mediante el uso de estiércol líquido puede llegar a cubrirse el 80-90% de las necesidades de fertilización. En este contexto la dosis de abonado pasará de establecerse en términos de caudal volumétrico (m3 ha-1), a cuantificarse mediante caudal másico (t ha-1).

Finalmente, respecto al futuro de la tecnología a emplear para la protección de cultivos, JD por un empleo combinado de satélites (para estimar biomasa), drones (identificar rodales de malas hierbas), y sensores embarcados; control de secciones de pulverizadores ó la automatización individual de boquillas mediante controladores de pulso modulado (PWM, según sus siglas en inglés). Otros sistemas automatizados de interés, son el empleo de sensores de ultrasonidos para adaptar las extensas barras de pulverización (hasta 30 m) al perfil de un terreno ondulado, o un sistema de limpieza de depósitos que garantiza la dilución adecuada del caldo para eliminar los remanentes de cuba.

 

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