La crisis china actual está influyendo sobre la demanda global de alimentos y commodities. Por Jaime Lamo de Espinosa

China, solo dispone del 8% de las tierras arables del mundo y del 6% de las fuentes renovables de agua dulce del planeta, recursos demasiado escasos para alimentar a una quinta parte de la población del planeta.

La crisis china actual está influyendo sobre la demanda global de alimentos y commodities. Por Jaime Lamo de Espinosa

Por Jaime Lamo de Espinosa. Director de Vida Rural.

Querido lector:

Inevitablemente y desde la devaluación del yuan llevada a cabo el pasado 11 de agosto, hay que mirar hacia China para comprender buena parte de las cosas, algunas agrarias, que nos ocurren de este lado del globo. Porque si algo ha demostrado la economía y la geoestrategia de las últimas décadas es que nada de lo que pasa en el ‘gigante asiático’ nos es ajeno. Y mucho menos en lo que atañe a la agricultura y las demandas y ofertas mundiales de commodities.
Para analizar mejor el tema hay que comenzar afirmando que España es hoy el octavo país exportador del mundo detrás de China. Nuestras exportaciones agroalimentarias a China se multiplicaron por siete entre 2008 y 2014. Y China, segunda potencia mundial, tiene una influencia decisiva sobre nuestro comercio exterior. Tanto más cuanto que desde hace años sus importaciones de alimentos y commodities crecen sin parar pero la crisis occidental de los últimos años ha frenado las exportaciones chinas y consecuentemente su propia demanda de materias primas agrarias.

China es un enorme país con 9,5 millones de km2 de superficie pero solo dispone 121,7 millones de hectáreas arables. Apenas nada (aunque eso le otorga el ser el primer país agrario del mundo) para cumplir sus objetivos que, hasta ahora, han venido siendo mantener la autosuficiencia total en sus tres granos principales: arroz, trigo y maíz y ello con una tasa de autoabastecimiento alimentario de un 95%. Pero pese a que China cuenta con el 18,5% de la población mundial, solo dispone del 8% de las tierras arables del mundo y del 6% de las fuentes renovables de agua dulce del planeta, recursos demasiado escasos para alimentar a una quinta parte de la población del planeta. Y ello porque su área cultivable es solo de 0,1 ha/capita frente a una media mundial de 0,2 ha.

Hoy China es el primer productor mundial de arroz, trigo, maíz, cebada, té, manzanas, algodón, oleaginosas, y pescado (CIA, 2013). Ha incorporado a sus cultivos hasta dieciocho variedades nuevas de transgénicos. Y pretende aumentar su SAU en 7 millones de hectáreas, además de las que va comprando en el exterior como la gran operación de compra de 3 millones de hectáreas adquiridas a Ucrania hace dos años, dado que es hoy importador neto de alimentos, aunque sigue creyendo en el principio de autosuficiencia alimentaria.

Esta situación se agrava por dos razones:1) que la población rural sigue siendo de 650 millones de personas con una renta que es la mitad de los ingresos urbanos y 2) que a medida que su población urbana ha crecido, su dieta se ha diversificado y occidentalizado de manera importante por efecto, no sólo de la producción interna, sino desde luego por las importaciones que atañen sobre todo al algodón, aceite de palma y soja entre las materias primas.

España exportó allí 702 millones de euros en 2014, especialmente en vino, aceite de oliva y carne de porcino, frente a una importación de 653 millones, básicamente en pescados. Merced a todo ello ya en el año 2000 la disponibilidad de alimentos registraba las 3.000 calorías diarias por persona, duplicando las 1.500 calorías de principios de la década de 1960.

Lo expuesto vale para comprender mejor cómo la crisis china actual está influyendo sobre la demanda global de alimentos y commodities. Hoy las dudas sobre la salud de la economía en China están afectando al crecimiento y la estabilidad económica del mundo entero. Todos los activos financieros vinculados a países emergentes o al comportamiento de las materias primas han perdido entre el -18 y el 21% en el periodo de 15 de abril a 24 de agosto (Afi, Bloomberg).

La tendencia a la baja del crecimiento del PIB de China es muy patente desde el año 2010, año en el que su tasa interanual rozó el 12%, y que se encuentra actualmente situada en torno al 6/7%, en tanto que la mundial se mantiene alrededor del 3%. Es evidente que la economía China camina hacia un nuevo modelo que va a ralentizar sus exportaciones y su demanda interna, que cae arrastrada por la reducción de sus inversiones y de la actividad industrial. Igual ocurre con el consumo privado. De ahí que el 11 de agosto China devaluara el yuan.

Lo anterior viene a cuento porque está teniendo un fuerte impacto negativo en el comercio mundial de materias primas, particularmente en las agrarias. Hoy, en parte por efecto de lo descrito, el índice RICI de materias primas se haya en mínimos desde la Gran Recesión de 2008. Y no podemos olvidar que la cuota de China en el comercio mundial de materias primas agrarias es muy elevada: 31% en algodón, 30% en arroz y aceite de soja, 28% en harina de soja, 22% en maíz, 17% en trigo, 11% en sorgo 10% en azúcar, etc. En todos ellos las caídas han sido muy fuertes desde el año 2011 al actual, prácticamente las cifras hoy son un tercio de las de aquel año para los productos antes mencionados.

Es cierto que nuestra exportación hacia China no es de commoditites y por tanto podría pensarse que lo que ocurre en esos mercados no nos atañe pero sí afecta, y mucho, a nuestro sector de piensos que vende a la ganadería unos 10.000 M€/año lo que supone un coste esencial (el 62%) de la PFA de nuestro sector pecuario.

Las materias primas se hayan, pues, en posiciones mínimas de los últimos trece años y en buena parte se debe a la fragilidad de la economía China. ‘China es el primer consumidor de materias primas y sus oscilaciones internas afectan al resto’ (G. Steein, Oxford Economics). Materias primas que representan un alto porcentaje de las exportaciones globales de muchos países iberoamericanos, como es el caso de Argentina, Brasil, Chile o Perú. En estos tres últimos sus exportaciones a China representan entre el 15 y el 25%.

En lo que va de 2015 sus precios han caído un 13%. El Baltic Dry Index, que es siempre un dato a considerar, ha cedido un tercio a lo largo de los últimos meses aunque todavía supera al de primeros de año. Y, en buena parte, la causa es ese menor crecimiento de China que está induciendo una fuerte reducción en la demanda de commodities porque el consumo de alimentos ha ido frenándose y ello tiene una indudable repercusión en su demanda de granos y proteínas vegetales y animales.

Habrá, pues, que seguir el comportamiento de la economía China pues va a marcar la tendencia del comercio mundial de materias primas agrarias y en menor medida, pero también, de nuestras exportaciones a la segunda economía mundial.

Un cordial saludo

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