El lobo, una grave amenaza para la ganadería extensiva, la población rural y la vida del campo. Por Jaime Lamo de Espinosa

Esta Orden ministerial parece que se ha aprobado contra el criterio del MAPA que ya advirtió en febrero que esta decisión tendría una “acogida negativa por los afectados”. Y ¿quiénes son los afectados? Los que mantienen sus rebaños pastando en los montes y prados y los que viven en la proximidad de zonas donde las manadas de lobos abundan, les acechan y con frecuencia les atacan.

El lobo, una grave amenaza para la ganadería extensiva, la población rural y la vida del campo. Por Jaime Lamo de Espinosa

Jaime Lamo de Espinosa, director de Vida Rural.

Querido lector:

Lo que tantos temíamos (ver mi Carta del Director nº 494, febrero 2021) llegó. En el BOE del 21 de septiembre aparece ya la Or­den que establece la inclusión del lobo ibérico en el Listado de Especies Silvestres en Ré­gimen de Protección Especial (LESPRE), lo que representa la prohibición de su caza en todo el territorio nacional, con excepciones bajo ciertas medidas de control que no aparecen descritas explícitamente. Matar un lobo podrá ser sancionado con multas de hasta 2 millones de euros o dos años de prisión. Y digo que lo temía, no porque sea cazador, que ni lo soy ni lo he sido nunca. Lo temía y temo sus consecuencias por el pavor de las poblaciones a su acecho y sus efectos sobre la ganadería extensiva y sobre el vaciamiento rural.

La Orden ministerial protege al lobo frente a todos y le deja libertad para campar a sus anchas y proceder según sus animalistas y sanguinarios criterios en cualquier lugar de nuestra geografía. Declararlo “especie no ci­ne­gética” es una grave amenaza para la ga­nadería extensiva, las poblaciones rurales y la vida del campo. No olvidemos que los lobos se cazan más por sus ataques al ganado que por deporte cinegético.

Ortega y Gasset nos hablaba de “mismidad de la caza” en su famoso libro sobre la caza y los toros. Y no olvidemos que la caza, se­gún el reciente Informe de GAD3 para Ar­temisan (abril 2021), es considerada por más de la mitad de los españoles como una actividad “necesaria y generadora de empleo en el medio rural” que contribuye a la “protección del medio ambiente y a la conservación de la biodiversidad, tiene un impacto positivo en el entorno rural y en la actividad económica del medio rural”. Y que el Instituto de In­ves­tigación de Recursos Cinegéticos ha recibido el Premio Fondena por “su importante contribución para la conservación de biodiversidad de nuestro país”.

Pero la caza del lobo –el “fantasma matador”, como le denominaría el Dr. Rodríguez De la Fuente– es, sobre todo, otra cosa, es un sistema de defensa, no de disfrute. Si no se cazaran, las manadas se harían más y más numerosas, más grandes, y por tanto los ataques serían más frecuentes y de más intensidad porque deberán satisfacer sus necesidades. Son depredadores carnívoros y esta es su naturaleza. No pueden evitarlo.

Nuestra ganadería –extensiva e intensiva o de granja– aporta casi la mitad de nuestra Producción Final Agraria, genera 2,5 millones de empleos y unas exportaciones de unos 9.000 millones de euros. Y sobre todo, asienta la población en el medio rural. Porque hoy muchos agricultores, cultivadores, viven en núcleos mayores y se acercan en coche cada día a su finca. Pero las granjas de vacuno, porcino, ovino, etc., hay que atenderlas cada hora, los ganaderos deben estar encima de ellas, hay que vivir al lado, en el campo, en el pueblo o la aldea. Y en buena parte están atendidas por población femenina. Y no digamos cuando es la ganadería extensiva la que pasta en los campos. Y contribuyen a la biodiversidad y a la prevención de incendios, como nos recuerda Fondena y Milagros Mar­cos Ortega, siempre con enorme acierto porque conoce muy bien este tema.

Pero recordemos, al tiempo, que la juventud se aleja del campo. Solo el 5% de los agricultores europeos tienen menos de 30 años y más del 50% tienen más de 50 años. Si queremos tener más hombres y mujeres po­blando nuestros campos no les pongamos di­ficultades ni los rodeemos de temores. Si queremos “campos vivos” tendremos que fa­cilitarlo, no impedirlo. No hablaremos de biodiversidad si la impedimos.

La Directiva Hábitats de la UE ordena proteger la especie pero fija una excepción en su artículo 16 donde permite el control cinegético “para evitar daños graves en especial a los cultivos, al ganado, a los bosques, etc”. Y a las personas, hay que añadir cuando hablamos de lobos. Y esta Orden ministerial se ha aprobado contra el criterio del MAPA que ya advirtió en febrero que esta decisión tendría una “acogida negativa por los afectados”. Y ¿quiénes son los afectados? Los que mantienen sus rebaños pastando en los montes y pra­dos y los que viven en la proximidad de zo­nas donde las manadas de lobos abundan, les acechan y con frecuencia les atacan. Al norte del Duero se encuentra el 75% de los lo­bos y provocan una cuarta parte de los da­ños. Hoy ya, allí donde está prohibida la caza, se ven sus efectos. Lo repetiré, sin agricultores y ganaderos se acaban los pueblos, to­dos, la vida rural. Y las manadas de lobos y jabalíes –ojo a los jabalíes– crecen y crecen en España. Y, además, generan un mayor riesgo para la seguridad de la conducción en carretera.

Como ha escrito el profesor Carlos Buxadé, gran experto nacional e internacional en ganadería “El lobo en España es un claro ejemplo de falta de gestión técnica e integral”. Sin embargo, esa gestión necesaria no se resuelve merced a este blindaje poco razonable del lobo. Ya he recordado hace poco que la ministra de Agricultura de Alemania ha dictado justo una disposición contraria a esta. Aquí la decisión va en contra del reto demográfico, porque contribuirá al vaciamiento de muchas aldeas y poblados rurales. Y la transición ecológica sufrirá por los ataques a la ganadería extensiva tan necesaria para la vida de los campos.

Castilla y León, Galicia, Cantabria y Asturias ya se han rebelado frente a esta Orden y han hecho frente común. Aluden a que la Orden está falta de motivación científica. Y que va más allá de lo que permite la Directiva europea. Y se anuncian movilizaciones en las calles porque nos recuerdan que en esas cuatro CCAA viven unas 300 manadas con algo más de 2.500 animales repartidos por esos territorios y el pasado año, solo en Castilla y León se computaron más de 2.600 ataques que mataron más de 3.700 cabezas de ganado.

También se han alzado las OPAs, ASAJA, COAG, y UPA que califican la Orden de “atropello”. E igualmente la Federación Es­pa­ñola de Caza (RFEC). También los Colegios de ingenieros agrónomos, montes y veterinarios, que, en un comunicado conjunto, apoyan una gestión del lobo ibérico basada “en el respeto al medio rural, el consenso social y la coexistencia”.

La conclusión a la que llego es que en la lucha contra la España Vaciada la caza del lobo debe ser mantenida –como concluye GAD3– aunque lógicamente racionalizada y objetivada y además es una actividad necesaria y de altos rendimientos económicos no solo para los particulares sino para las haciendas locales y autonómicas. Y el lobo, por sus riesgos, no puede ser una especie no cinegética. Deberá tener sus reglas y sus limitaciones, que deberían ser especificadas y estrechas, no ambiguas e indefinidas, pero son más los daños que pueden esperarse de esas manadas que los beneficios generables.

Por favor, reconsidérese todo esta cuestión… o será pronto un gran y grave problema social y rural… y generará un serio ciclón ju­di­cial…

Mientras tanto, desgraciadamente, siguen ardiendo las plataneras en La Palma cuya producción representa la mitad de su PIB y de ella dependen casi 6.000 productores… Una terrible tragedia. Es preciso actuar muy rápidamente y con enorme eficacia. Y si algunos palmeros quieren emigrar de la isla a la península, hay pueblos vacíos con sus tierras que podrían acogerles entusiásticamente. El Gobierno debería ofrecerles esta posibilidad gratuita para los que la quieran aceptar.

Un cordial saludo

Desarrollado por eMutation New Media.