Eneri Taberna: Nueva cocina madrileña de sabores caseros en un espacio actual

Eneri Taberna: Nueva cocina madrileña de sabores caseros en un espacio actual

 Su materia prima es de Km 0 y de proximidad de la Comunidad de Madrid y, como plato estrella, destaca su cocido.

La recién inaugurada Eneri (Tudescos, 4) es una taberna que recupera los sabores de la cocina tradicional madrileña, con un toque actual, en un ambiente moderno y a escasos 20 metros de la Gran Vía de Madrid. Esta taberna quiere compartir las recetas caseras que forman parte de la tradición culinaria de la capital, elaboradas con productos de Km 0 y de proximidad de la Comunidad.  Su carta ofrece algunos de los secretos mejor guardados de las cocinas de Madrid: cocido madrileño, sopa cuarto de hora, bacalao rebozado, gambas al ajillo; junto a propuestas o presentaciones más modernas como el trío de mini hamburguesas, las croquetas de cuatro sabores, los sorprendentes calamares rebozados, el pisto con huevo de codorniz….

La decoración es moderna, aunque no faltan guiños a las antiguas costumbres de taberna, como la de escribir en el cristal de las ventanas las raciones de la carta, pizarras que cantan las especialidades,  manteles de hule… Y esta sensación castiza se acrecienta con la llegada de los platos servidos en muchas ocasiones en las tradicionales ollas de acero esmaltado de las cocinas de las abuelas.

Los platos tradicionales vuelven a estar de moda y en Eneri Taberna podemos encontrarlos en su versión más sana y desgrasada, ya que la cocina tradicional no tiene por qué ser pesada. El plato estrella es, sin duda, el cocido madrileño que se puede pedir con garbanzos de tipo castellano o lechoso (19,95€) y que sigue una receta familiar. También se han actualizado platos madrileños de toda la vida, algunos del Siglo de Oro, como la fritura de fonda, arroz a la antigua, los escabechados (de conejo, de bonito, de pollo picantón) el cabrito de la sierra frito o a las cocochas de bacalao a la madrileña.

Para proveer su despensa, Eneri Taberna ha recurrido al producto de proximidad y KM 0 de la Comunidad de Madrid para asegurar la frescura de los ingredientes y la máxima calidad en los platos: la carne de la Sierra de Guadarrama, leche de Colmenar Viejo, patatas fritas de La Azucena (Barrio de la Concepción de Madrid), queso de Miraflores, hortalizas y legumbres que plantan especialmente para ellos… Para beber, vermú Zarro de Fuenlabrada (el único local que tiene de grifo el reserva especial), las exclusivas cervezas Casimiro Mahou, un 70% de los vinos que sirven son de Madrid (desde Villarejo de Salvanés hasta San Martín de Valdeiglesias), y así hasta completar un largo etcétera. Eso sí, el pescado y el jamón de bellota lo traen de fuera.

En esta taberna se puedo optar por comer de carta o por un picoteo más informal  a base de cazuelitas o raciones. Hay platos para vegetarianos y celiacos (los fideos del cocido se pueden pedir sin gluten). Destacan platos como la menestra de verdura de temporada de la Comunidad de Madrid, espárragos de Aranjuez con vinagreta de pimientos, patatas bravas al estilo tradicional con salsa casera.

En carnes (todas de la Sierra de Guadarrama), el rabo de vaca sobre puré de patata al aroma del queso de la sierra, las albóndigas de la abuela en salsa de toma pan y moja. Sin olvidar, el Steak Tartar cortado al momento o los callos a la madrileña (con más morro que callo).

Madrid a pesar de ser una región del interior tiene debilidad por los productos del mar y en Eneri Taberna podemos encontrar dados de merluza de bacalao confitado en aceite de jamón ibérico, sardina y anguila ahumada, cocochas de merluza.

Los postres merecen un capítulo especial: hojaldres de la antigua pastelería del Pozo, sorbete de manzana verde a la sidra natural (el sorbete está elaborado expresamente para la taberna con un toque especial de acidez), torrijas caseras con helado de vino de uva Garnacha, tarta de madroño o un inesperada deconstrucción del chocolate con churros.

El local se divide en tres plantas: la de calle más informal para el picoteo, la baja que se puede cerrar para grupos y la zona alta para pedir a la carta, con una interesante bodega acristalada.

En resumen, hay que probar todas sus facetas: madrileño el desayuno de café con leche y churros o porras o los ya difíciles de encontrar picatostes con azúcar.  Media mañana de vermú o caña más pincho de tortilla (más castizo, imposible). Una comida a base de guisos caseros, merienda con mermeladas de elaboración propia o una buenísima cena otra vez con viandas de aquí.

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